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de junio, en la Basílica de S. Antonio de Padua a Roma, entre centenares de personas llega él, el pequeño Lorenzo, así. Aquella pequeña saya cuenta un deseo, un voto y una gracia inmensa.Ríos de tinta han hecho conocer en los siglos cuantas gracias ha conseguido este grande san de Dios, cuánto su nombre sea invocado y rogado en cada rincón de la tierra, cuánto él sea, quizás, el san más querido en el mundo.Y hoy, a mí que creí conocer todo de él, que lo he invocado todos los días, y por cada necesidad ha bajado una lágrima, y luego otra y otra ancla, porque en aquella imagen he visto todo el río de gracias desconocidas, silenciosas que han cambiado de la vida de muchas personas.
Me vuelvo hacia la madre y las pregunto: ¿puedo sacarle una foto? y le me dice “Usted”, y en un susurro añade “Y’ un voto, vuelve aquí cada año, el 13 de junio.”
“Ofrecéis votos a vuestro Dios y te cumples ellos”, Sal 75,12);
Jesús curó 10, uno volvió a agradecer.
