“No me sorprendió que me secuestraran, lo que sí me sorprende es seguir vivo”. Así de contundente se expresa el Párroco de la iglesia de San Elías en Erbil (Irak) a quien un día, después de celebrar la misa y de camino a casa de unos amigos dos coche le cortaron el paso para secuestrarlo “Mi primer pensamiento fue: ‘Este es mi fin, me van a matar’”, recuerda el P. Douglas en entrevista concedida a ACI Prensa.
Le vendaron los ojos y le amenazaron con dispararle inmediatamente si veía a sus secuestradores. Lo metieron en el maletero de un auto y lo llevaron a una casa donde estuvo encerrado durante nueve días. “Sangraba muchísimo porque me habían dado muchos golpes en la cara con un martillo y con las rodillas”, relata.
“Me pusieron unas cadenas y unos grilletes. Allí pasé nueve días horribles”, recuerda y destaca que lo único que le consolaba en ese tiempo era rezar el rosario.
En ese tiempo, relata, pudo rezar los mejores rosarios de su vida con la ayuda de las cadenas, con los eslabones con los que lo tenían sujetado los secuestradores a los que aconsejaba durante el día y que lo torturaban por las noches. Nueve días en total en los que no recibió comida ni agua.
El secuestro fue sólo uno de los innumerables ataques que ha recibido porque además los grupos radicales lanzaron varios morteros mientras que él celebraba la misa. En otra ocasión pusieron una bomba en su parroquia y también le dispararon en la pierna.
“Nuestra comunidad se basa en cuatro puntos: Jesús, el Papa, el Obispo y el sacerdote. Por eso, cuando quieren atacar comienzan por el sacerdote porque así atacan la base”, asegura.
Además precisa que “en los últimos 100 años mi pueblo ha sufrido ocho olas de violencia contra ellos. En cuatro ocasiones se han visto forzados a salir bien del país o de la ciudad”, indica.
Según explica, los musulmanes radicales “no aceptan ningún grupo educado y los cristianos somos de los últimos grupos que quedan así”.
“El problema de Oriente Medio no es que se lucha por el petróleo, sino (musulmanes) sunitas y chiitas que pelean por el territorio. Eso es lo único que les importa”, señala.
Ante una situación tan dramática el P. Douglas tiene muy claro que “nadie puede vivir eternamente en una caravana y menos familias enteras en habitaciones de pocos metros”. Por eso pide que se le ayude en la construcción o reubicación de los refugiados.
Además insiste en que uno de los puntos más importantes para salir adelante es crear oportunidades culturales entre los jóvenes: “Pertenezco a un país con más de 6000 años de civilización pero ahora no tenemos cultura, necesitamos educación, escuelas. Además es muy importante ver cómo ayudaremos en el futuro a nuestra gente cuando saquen el trauma que tienen dentro”.
“Muchos no quieren dejar el país. Nosotros estamos orgullosos de ser iraquíes y también de nuestra fe aunque Irak no lo esté orgulloso de que seamos parte del país”.