El 10 de Agosto de 1685, Bernardino de León hombre humilde de Bogotá, “vio un resplandor muy grande y extraordinario que no era de la luz natural del día, halló delineados en la roca viva las imágenes de Jesús, María, José y del Arcángel San Miguel”, en los cerros orientales de Bogotá.
Inmediatamente se le atribuyeron a estas imágenes características sobrenaturales con el argumento de que ningún ser humano podría treparse a pintar esas peñas sin caerse.
“La Ermita Primitiva de la Peña Alta fue edificada en 1686 de bahareque y paja. De cal y canto se hizo en 1714 por el maestro albañil Dionisio Peña, pero se derrumbo en 1716. Se bajaron entonces las imágenes, desprendiéndolas de la roca o peña, al sitio actual donde se edificó la nueva iglesia en 1722”.
Acontecimiento como este resultaba extraordinario en la Nueva Granada, el cual tenía un precedente en solitario: la aparición de la Virgen en Chiquinquirá, que había cumplido su primer centenario el año anterior.
Sin embargo, Cordovez Moure asegura que un preso español mandó a esculpir a la Virgen de su devoción es un enorme bloque de piedra y ordenó ponerlo en los altos cerros que dominan a Bogotá, lo que treparon hasta donde fue posible y allí tuvieron que dejarlo abandonado.
EL PROTAGONISTA DEL MILAGRO
Cuenta Matallana que
Bernardino de León “Tomó fiado un poco de pan y de alfandoque que le sirviese de fiambre en su camino” y se fue un recorrer los montes”; apretado de la sed […] encontró en un lugar muy angosto y pendiente una piedra redonda como pilita llena de agua muy cristalina y clara, que provocaba naturalmente a beber de ella”, y de calmar la sed de Bernardino producida por el alfandoque, pasó a aliviar las calamidades de los peregrinos, pues de esa misma fuente es el agua milagrosa que llevan del Santuario.
Los protagonistas de los milagros suelen ser de origen humilde. Bernardino proviene de un complicadísimo enredo genealógico: hijo de Juana de Vera y Pedro Chaves, nieto de Juan Rodríguez de León, quien, por obra y gracia de su matrimonio con Juana, le dio su apellido y se convirtió en su padre putativo.
Se dice tenía que “el vicio de recorrer montes […]. Encontrar Algún atesoro con qué salir de su miseria…”. Su oficio era el de platero de oro. Posteriormente y, de paso, el de guaquero. Pero al seguir leyendo con detenimiento el libro del padre Struve Haker, nos encontramos con que Bernardino no era tan pobre, pues tenía casa, tenía indios, tenía solar.
LOS MILAGROS
Motivo de especial emoción para los creyentes fue el que el Niño Jesús sostuviera en la mano una granada que, según le dijo Nuestro Señor a una monja, cuyos escritos reproduce Matallana,
“¿y vosotros no habéis reparado en la fruta Coronada y la unión de los granos de la Granada? […] Y así como la granada es la fruta coronada Reyna entre las frutas, así, esta ciudad de Santafé, es para Dios, la Reina entre las hijas, la predilecta, la preferida y más querida”.
Ella misma cuenta que, en una ocasión en que hubo una muy grande esterilidad en los pueblos inmediatos, invocaron a Nuestra Señora de La Peña, y está los socorrió “con abundante cosecha, por cuyo motivo, según he conocido, vienen los indios con más frecuencia desde entonces a visitarla anualmente los días de carnestolendas”.
A continuación la monja cuenta de sus temores por sus escritos, que a ella misma le parecen “embustes, engaños del demonio o ardides de mi cabeza”.
Y como el testimonio de esta monja, su nombre no nos es revelado, Matallana recogió otros que dan fe acerca de las cualidades de las imágenes milagrosas de la Virgen de la Peña al ser invocada en momentos de dificultad, la mayoría de casos son personas que se tropiezan y caen entre las rocas y desfiladeros de los cerros, empezando por sus capellanes.
“Subía un día el Capellán Br. Don Dionisio Pérez a cumplir sus deberes en la Ermita de arriba, y llegando a un paso muy estrecho y peligroso, fatigado el caballo en que iba no podía arribar, y comenzó a temblar: entonces el Capellán no pudiendo evitar el peligro se apeó por el lado de lo alto, y al instante se despeñó el caballo, y el Presbítero asustado subió a dar las gracias a Nuestra Señora”.
El padre Struve, que llegó a Colombia evadiendo la segunda guerra europea, también consideró milagro de la Virgen el haberle dado a saber el paradero de sus hermanos y padres, de quienes había perdido el rastro, motivo por el cual se había puesto al servicio del Santuario. Y en su diario reprodujo varias narraciones más de gentes agradecidas con ella por haber recibido sus favores:
“Vino el domingo anterior Servando Ruiz para contar al Capellán el siguiente relato: que su madre Rosario Cagua de Ruiz había estado enferma en cama ya por 8 meses, y los últimos 15 días estuvo paralizada ya enteramente, de modo que humanamente ya no se pudo esperar ninguna curación. Mandó entonces subir a su hijo al santuario para que pagara unos 8 años de cofradía qué estaba debiendo, el hijo, consolado en este santo templo rogó por una muerte cristiana y tranquila de su Madre, cuando bajó, la encontró muerta sin haber sufrido sufrimiento ella. Subió otra vez para dar las gracias a la Virgen. Para que conste. El Capellán: Ricardo Struve Haker “.
“Venia de una Estancia á Santafé un hijo de Doña María Cotrina llamado Agustín, y habiendo dado a un macho una palmada en la anca, este le correspondió con una coz en la cara que le partió las narices en términos que le quedaron colgadas del labio de arriba: a vista de tan fiero daño, invocaron a Nuestra Señora de La Peña, y al instante se las volvieron a su lugar cosiéndole el cutis; aunque padeció seis meses, al fin quedó enteramente bueno solo con las señales a manera de una eme perfecta. Lleváronlo a la Ermita, y velaron dos días a Nuestra Señora en acción de gracias, quedando todos persuadidos de que por ella había enteramente sanado.”
“Juana Silva, se hallaba tan desesperada de una reuma y dolor en la cara, que ya no hacerse sabía: y en tal agitación se aplico una piedrecita de la reliquia de Nuestra Señora, y le rogó, si era de su gusto, le diera salud, al instante se quito el dolor, y la dexo buena y sana, y al día siguiente subió a la Peña y mandó decir una Misa en acción de gracias.”
“El año de 1729 por partir un pedazo de panela para darle a un niño, una niña se corto el dedo pulgar, y lo dividió en dos partes por arriba de la coyuntura con el dolor dio gritos, a estos salió la madre, la vió, tomo con ligereza el pedazo del dedo e invocando a la Santísima Virgen de la Peña, lo puso en su lugar, y la niña quedó buena, contenta, sana y, y con la señal para testificar el milagro.”
“Al punto que un negro furioso descargaba un golpe con una hacha sobre Pablo Benites, que dormía muy descuidado de tal suceso, despertó, llamó a la Virgen de la Peña, y evadió el golpe, y agradecido fue a visitar a su bienhechora.”
“En Cali un mozo, trabajaba en una mina, y sin advertir se halló de golpe con una piedra muy grande encima, en tal positura que sus compañeros no podían librarlo; apurados le aconsejaron llamara a la Virgen Santísima de la Peña de Santafé, y apenas lo executó rodó la piedra por sí sola, y lo dexo libre, y sin daño alguno, por lo que en breve vino a pié a visitar y dar gracias a su libertadora, prometiéndole ser siempre su devoto.“
EL PAPA APRUEBA
Para seguir con los Fenómenos Naturales, el cometa Halley pasó por Santafé del 26 de abril al 18 de mayo de 1750, año en que José Hilario López expulso del país a los jesuitas y en que el papa Benedicto XIV expidió una bula mediante la cual aprobaba la Cofradía de Nuestra Señora de la Peña, que se había erigido en 1717, y concedía a los cofrades indulgencia de Plenaria Remisión de todos sus pecados.
Y ordenó
“Establecer el día de la fiesta de Nuestra Señora, aprobación con la facultad de no poderlo jamás variar, por lo que quedó aprobado y para siempre fixo el Domingo de Quincuagésima …”.
fuente:forosdelavirgen