Hay muchas maneras de orar.
“Donoso adelantamiento en el amor de Dios es etsrle las manos con parecer que no nos puede aprovechar sino por un camino”
(Santa Teresa de Jesús, Fundaciones 5,5).
Se puede aprender a dar una compostura conveniente al cuerpo, a evitar toda tensión muscular, a procurar hacerse silencio por dentro, a acallar el intemperante vocerío de las imágenes del cada día, de manera que se llegue como a percibir en sosiego la propia alma, pobre y empequeñecida, pero que sabe unas pocas palabras esenciales y un cantar que sólo canta a Dios.
Se puede aprender a convertir en oración la lectura de la Sagrada Escritura. Se puede aprender a reflexionar en la oración de la noche, sobre las experiencias del día, para darles su justa y necesaria orientación hacia Dios. Pedir perdón es la rectificación de un momento o todo un proceso equivocado. Y es un descanso; sobre todo, sentir el perdón en un momento sencillo de oración.
Nicolás Caballero, cmf,