Actualmente es cada vez más frecuente que los miembros de la familia compartan la cena o los momentos juntos con el celular o la tablet en la mano y no entablen una conversación. Una experta de la Universidad de Harvard en Estados Unidos explica los beneficios de compartir este espacio sin dispositivos móviles.
Un artículo publicado en el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME) refiere una iniciativa que nació hace seis años en la Universidad de Harvard llamado “Proyecto Cenas en Familia” que busca convertir la cena en un espacio de encuentro cotidiano en el que también se promueva una sana alimentación.
La cofundadora del proyecto y terapeuta familiar, Anne Fishel, afirmó que si las familias se reunieran más seguido para compartir los alimentos en el desayuno, almuerzo y cena, su trabajo como terapeuta ya no sería tan necesario porque “está demostrado que los miembros de las familias que lo hacen padecen menos estrés y se sienten mucho más unidos”.
Fishel indicó que una de las ventajas de comer en familia es que “al llegar a la adolescencia, los hijos son menos propensos a padecer desórdenes alimenticios o depresión, así como a abusar de ciertas sustancias o a ejercer de forma precoz su sexualidad”.
“La conversación que tiene lugar alrededor de la mesa incrementa de un modo significativo el vocabulario de los niños, incluso más que leerles cuentos antes de dormir, y, además, mejora su rendimiento escolar”.
También dijo que al comer en familia, los niños “aprenden a comer más verduras y vegetales, por lo que disminuye la probabilidad de que sufran obesidad. Además, se ha demostrado que cuando estos niños comienzan a hacerse cargo de su alimentación, mantienen estos hábitos saludables”.
En cuanto a los adolescentes, Fishel señala que al momento de la comida es importante crear una atmósfera alegre, cálida y libre de tecnologías porque esta “es una de las mayores fuentes de tensión”.
Además comentó que sería bueno involucrar a los hijos en el proceso de planear y preparar los alimentos.
Otro de los consejos que da la cofundadora del “Proyecto Cenas en Familia” es que en las comidas se cuenten historias sobre la familia porque los niños que aprenden a contar historias son mejores lectores. Además, “aquellos que conocen el pasado de su familia son más resilientes y tienen una mayor autoestima”.
Al final las familias descubren que “se la pasan muy bien juntos, y reconocen que no se habían dado cuenta de lo mucho que les hacían falta estos ratos en familia”.
Entre otras cosas, indica, el diálogo en la mesa familiar puede ser sobre cómo les fue en el día, anécdotas familiares, la historia de una mascota que hayan tenido, hablar sobre algunas lección de vida, algo divertido, entre muchos otros temas.
Por otro lado, el SIAME sugiere hacer esta oración para la comida en familia:
Señor Dios, que nuestra mesa sea lugar de intercambio fraterno, de afecto humano, de consuelo recíproco y de agradecimiento por todos tus dones.
Tú estás presente entre nosotros porque eres el Amor, bendito por los siglos de los siglos.
Amén
fuente: aciprensa