Arcángel San Miguel,
príncipe del ejercito celestial,
protector contra los poderes diabólicos,
a ti acudimos a rogarte
en el Nombre
poderoso de Dios,
para que en estas
horas de la noche nos
protejas a mí y mi familia de todo mal.
San Miguel en la puerta,
San Miguel en las paredes,
San Miguel arriba
y San Miguel Abajo.
Defiéndenos te pedimos,
por la sangre del Cordero,
de todos los ataques del maligno espíritu
Satanás,
de sus secuaces o enviados,
de los espíritus de bajo nivel y burlones,
para que tengamos una noche tranquila
y descanso placentero
en los brazos de nuestra
amada la Santísima Virgen María Inmaculada.
San Miguel defiende nuestros cuerpos,
vigila nuestros sueños,
cuida y protege nuestras almas
y líbranos en todo momento del mal. Amén.
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