Pablo nació a Tarso de una familia hebrea que, como muchos otras, trataron de huir a las varias persecuciones romanas en Palestina, estableciéndose en regiones situadas fuera del su tierra de origen
La historia de Pablo es transmitida por sus Cartas y por los Actos de los Apóstoles, de cuyo aprendemos que fue educado según la más rígida religiosidad de las tradiciones de los fariseos. Los que fueron fieles a la ley de Moisés, y ferozmente hostiles a los judíos que seguían Jesús, formando las primeras comunidades cristianas. Pablo, como él mismo afirma, comenzó inicia una cruenta persecución contra los cristianos echándolos en cárcel, torturándolos y matándolos, también las buscó en ciudades extranjeras.
Fue en una de estas persecuciones a Damasco, que el Señor resucitado le apareció y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”, eso sacudió intensamente Pablo y su vida cambió radicalmente. De hombre incapaz de compromisos, impetuosos, listo a ir hasta el final en las cosas de su competencia se convierte en incansable difusor del cristianismo en toda la cuenca mediterránea, entre dificultad, peligros y fatigas de cada género dificultades de todo tipo. Pablo comienza a predicar la salvación como regalo gratuito de Dios en Jesucristo, sea a judíos que a los paganos. Nacen muchas comunidades y Pablo, que fue hombre sensible, quiere profundamente a “sus” fieles y “sus” comunidades. Él las forma con sus escritos, mientras sigue viajando sin parada por todo el imperio, hasta Roma, dónde corona con su martirio la identificación total a su Dios, el Cristo crucificado y resucitado.
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