El 11 de febrero de 1858 apareció en una cueva una hermosa Señora con un vestido blanco, rodeado por una banda azul a una pastora, Bernadette Soubirons. La Señora tenía una rosa de oro sobre cada pie y un rosario en su brazo. Bernadette se hizo inmediatamente la señal de la cruz y e invitada de la Señora, recitó el rosario. Desde aquel día hasta el 26 de julio de mismo año, la bella Señora se apareció a Bernadette otras 17 otros veces os. En la aparición de 25 de febrero, le dijo a la chica para ir a la fuente para lavarse y beber, pero no había otras fuentes, no había fuentes. La Señora señaló un punto exacto, la chica fue allí y ya que no vio el agua comenzó a cavar con sus manos, mientras todos los presentes rieron.
Poco después, de aquel pequeño hoyo cavado en la tierra por las manos de Bernadette empezó a correr agua en abundancia. Un ciego bañó sus ojos con esa agua y recobró la vista al instante. Así comenzó la historia del agua milagrosa de la Virgen de Lourdes, ahora famosa en el mundo entero.
De marzo de 25 (fiesta de la anunciación) Bernadette pidió tres veces a la Señora de decirle quién era, después de la tercera vez que Ella respondió: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Tan pronto oyeron estas palabras, la gente que había acompañado a miles Bernadette a la gruta, dijeron en voz alta la invocación “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti.”
En las otras apariciones, la Virgen pidió a la chica de decir a los Sacerdotes de construir una capilla en ese lugar y también anunció tres secretos que concernieron sólo sí misma y que no habría tenido que revelar a nadie.
En 1862 las apariciones fueron reconocidas oficialmente y también fue erigida la Iglesia preguntada por Virgen. Cuando terminaron las apariciones, Bernadette entró el 4 de julio de 1866, en el noviciado de las Hermanas de la Caridad de Nevers, y tomó el nombre de Sor Maria Bernarda. Su deseo ahora es vivir escondida, olvidada. A veces, en cambio, tenía la impresión de ser puesta en exhibición “como un animal en la feria.” Jamás volverá a Lourdes. Y como había aprendido a la cueva: “Lo que cuenta es el amor.” No porque habían visto a la Virgen, Bernadette decidió hacerse monja, sino simplemente porque descubrió que Dios es único, que atrae como una luz, que arde como el fuego.
Son días hechos de sencillez, entrelazados de servicio y amor, pero a menudo tocados por la enfermedad. Lleva a cabo Desarrolla sus tareas de enfermera con disponibilidad, sensibilidad y generosidad: “no voy a vivir un solo instante sin amar.”
Pero la enfermedad sigue afectando asma, tumor óseo en la rodilla, 11 de diciembre de, 1878 es definitivamente confinada a la cama: “He sido molida como un grano de trigo”. Plagado por una prueba espiritual interior, vivirá su pasión bajo las grandes velos, que define su capilla blanca. Pero se mantiene siempre fiel también en su sufrimiento. A la edad de 35 años, el 16 de Abril de 1879, miércoles de Pascua, a las 3 de la tarde sus grandes ojos oscuros que han visto María se cerrarán para siempre.
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