¿Quieres salvar tu matrimonio de las trampas del mal?

 

Esta oración debe hacerse en un ambiente que sea propicio y preferentemente sin interrupciones.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo,

Amén.

Señor Jesús, en este momento quiero ponerme delante de tu presencia, y pedirte que envíes a tus ángeles para que estén conmigo y se unan a mi oración en favor de mi familia.

Hemos pasado por momentos difíciles, momentos dolorosos, situaciones que le han quitado la paz y la tranquilidad a toda nuestra familia. Situaciones que han generado angustia en nosotros, miedos, incertidumbres, desconfianzas; y, por ende, desunión.

Ya no sabemos a quién recurrir, no sabemos ya a quién pedir ayuda, pero somos conscientes de que necesitamos tu intervención…

Por eso, por el poder de tu nombre, pido para que se rompa cualquier situación de interferencia de los patrones negativos de matrimonios y relaciones que mis antepasados tuvieron, hasta nuestros días. Patrones de infelicidad en la vida matrimonial, patrones de desconfianza entre los cónyuges, hábitos compulsivos de pecados que se han ido arrastrando de generación en generación; entre todas las familias, como una maldición. Que se rompan ahora por el poder del nombre y la sangre de nuestro Señor Jesucristo.

No importa, Jesús, dónde comenzó todo, cuáles fueron las causas; quiero, por la autoridad de tu nombre, clamar que tu sangre sea derramada sobre todas las generaciones pasadas, para que toda la sanación y liberación que es necesaria, los alcance a todos ahora, por el poder de tu sangre redentora.

Rompe, Señor Jesús, cualquier expresión de desamor que se pueda estar viviendo en mi familia, situaciones de odio, rencor, envidia, rabia, deseos de venganza, deseos de terminar la relación; de seguir solo en mi vida; que todo eso se derrumbe Jesús, y que gane tu presencia en medio de nosotros.

En el poder de tu sangre, Jesús, pongo fin a todo el comportamiento de indiferencia dentro de mi casa, pues ha matado nuestro amor. Renuncio al orgullo de pedir perdón, orgullo de reconocer mis errores; renuncio a las palabras malditas que le dije a mi cónyuge, palabras de maldición, palabras de humillación, palabras que lo hieren, lastiman y dejan marcas negativas en su corazón. Palabras malditas que lo disminuyen, verdaderas maldiciones proclamadas en mi casa; clamo y ruego a tu sangre redentora sobre todo eso, Jesús. Cúranos y libéranos de las consecuencias que hoy se reflejan en nuestras vidas debido a esas realidades.

Renuncio a las palabras malditas que proferí sobre la casa donde vivo, por la insatisfacción de vivir en esta casa, de no sentirme feliz en esta casa, renuncio a todo lo que yo pueda haber dicho negativamente dentro de mi casa.

Renuncio a las palabras de insatisfacción que dije sobre nuestra realidad económica, pues a pesar de que recibimos poco, a pesar de que el salario mensual es muy justito, nada nos ha faltado, Jesús…

Por eso también te pido perdón. Perdón por la ingratitud, por no lograr ver en mi familia a la familia adecuada para mí…

Perdón Jesús, porque sé que he actuado equivocadamente muchas veces, y quiero a partir de hoy recomenzar.

Jesús, perdona también a mis familiares por todas las veces que alguno de ellos deshonraron el sacramento del matrimonio, míralos con misericordia, y restablece la paz en sus corazones…

Quiero pedirte, Señor, que derrames el Espíritu Santo sobre nosotros, sobre cada miembro de mi familia… Que el Espíritu Santo pueda con tu fuerza y tu luz, bendecir a todas mis generaciones pasadas, presentes y futuras.

Que a partir de hoy pueda surgir en mi matrimonio y en el matrimonio de mis familiares, un linaje de familias comprometidas contigo y con tu Evangelio, que surja un linaje de matrimonios profundamente comprometidos con la sacralidad del matrimonio, llenos de amor, fidelidad, paciencia, bondad y respeto.

Gracias, Jesús, porque oyes mi oración, y te inclinas para oír mi clamor, muchas gracias.

Me consagro y consagro a toda mi familia al corazón Inmaculado de la Virgen María, para que ella nos bendiga y nos libre de cualquier ataque del Enemigo.

Amén.

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