Padre bueno y misericordioso,
te alabamos por el gran don de la vida,
que tú concedes generosamente
y proteges desde su inicio hasta su ocaso natural.
Te damos gracias por tu Hijo Jesucristo,
que se hizo uno de nosotros
y dio su vida como buen Pastor,
para congregarnos en la Iglesia, tu gran familia,
y salvar a los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Envíanos la luz y la fuerza de tu Espíritu
para que, confirmados en la fe y robustecidos en el amor,
vivamos en santidad de vida y con alegre esperanza
el compromiso cristiano y misionero de nuestro bautismo.
Padre bueno y misericordioso,
rejuvenece a tu Iglesia en América
con el impulso apostólico de las comunidades
y grupos cristianos, para anunciar dentro y fuera
del continente el Evangelio de Jesús,
luz y esperanza de los pueblos.
Bendice la preparación del
Segundo Congreso americano misionero
y haz que, con nuestra vida de fe
y el testimonio personal proclamemos
con nuevo ardor a Cristo, camino, verdad y vida,
en los diferentes ambientes de la sociedad actual.
Padre bueno y misericordioso,
concédenos en este Año misionero
los dones de tu Espíritu como en un nuevo Pentecostés.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre nuestra,
y de los santos y santas de nuestro continente.
Amén.
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