El Espíritu Santo ayudó a San Juan Pablo II con las matemáticas y desde entonces empezó una gran devoción

En enero de 1980, San Juan Pablo II confió que, cuando era adolescente, el Espíritu Santo le ayudó en las dificultades con las matemáticas.

“Cuando era un escolar, de alrededor de 12 o 13 años, a veces tenía dificultades en mis estudios, particularmente con las matemáticas. Mi padre me dio un libro de oración, lo abrió en una página y me dijo ‘aquí tienes la oración al Espíritu Santo. Debes rezar esta oración cada día de tu vida’”, dijo el Papa.

“Sigo obediente a este mandamiento que mi padre me dio”, dijo el santo polaco quien hasta el final de su vida rezó cada día la oración sugerida por su padre, el himno Ven Espíritu Santo Creador. “Esta era mi propia iniciación espiritual”, añadió.

“La situación en el mundo es demasiado peligrosa, muy peligrosa”, dijo, y advirtió del peligro del materialismo, que “es la negación de lo espiritual, y por esto es que necesitamos” de la acción del Espíritu Santo.

Gracias al Espíritu Santo, declaró, “comenzamos de nuevo a vivir, a encontrarnos a nosotros mismos, nuestra identidad, toda nuestra humanidad”.

Esta es la oración que rezó diariamente San Juan Pablo II:

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.

Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne,

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos infinitos. Amén.

Envía tu Espíritu y serán creados.
R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos.

Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

 

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