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Papa Francisco: el Espíritu no puede entrar en un corazón cerrado

 

Solo el Espíritu Santo nos enseña a decir: “Jesús es el Señor”. El Pontífice dijo que hay que abrir el corazón para escuchar al Espíritu Santo y poder dar testimonio de Jesucristo.

“Estén tranquilos, no les dejaré huérfanos”, les enviaré un “abogado”, el Espíritu Santo, para defenderles ante el Padre. Francisco desarrolla su homilía pasando del largo discurso de Jesús a sus discípulos en la Última Cena. En particular, el Papa pone el acento en el Paráclito, el Espíritu Santo, que – observa – nos acompaña y “nos da la seguridad de ser salvados por Jesús”.

Solo el Espíritu Santo “nos enseña a decir: ‘Jesús es el Señor’”. “Sin el Espíritu, ninguno de nosotros es capaz de decirlo, de sentirlo, de vivirlo. Jesús, en otros pasajes de este largo discurso, dice de Él: ‘Él les conducirá a la Verdad plena’, nos acompañará hasta la Verdad plena. ‘Él les hará recordar todas las cosas que yo les dije, les enseñará todo’. Es decir, el Espíritu Santo es el compañero de camino de todo cristiano, también el compañero de camino de la Iglesia. Y este es el don que Jesús nos da”.

El Espíritu Santo, dijo el Papa, es “un don: el gran don de Jesús”, “el que hace que no nos equivoquemos”. Pero ¿dónde habita el Espíritu?, se pregunta el Papa. En la primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles, encontramos la figura de Lidia, “comerciante de púrpura”, una que “sabía hacer las cosas” a la cual “el Señor le abrió el corazón para adherirse a la Palabra de Dios”.

“El Señor le abrió el corazón para que entrase el Espíritu Santo y ella se hiciera discípula. Es justo en el corazón, donde nosotros llevamos al Espíritu Santo. La Iglesia le llama ‘el dulce huésped del corazón’. Pero en un corazón cerrado no puede entrar. ‘Ah, ¿y dónde se compran las llaves del corazón?’. No: también eso es un don. Es un don de Dios. ‘Señor, ábreme el corazón para que entre el Espíritu y me haga entender que Jesús es el Señor’”.

Esta, afirma, es una oración que debemos hacer estos días: “Señor, ábreme el corazón para que yo pueda entender lo que Tu nos has enseñado. Para que yo pueda recordar Tus palabras. Para que yo pueda seguir Tus palabras. Para que yo llegue a la verdad plena”.

Hay que abrir el corazón afirmó “para que el Espíritu entre, y nosotros escuchemos al Espíritu”. Yo, prosigue, “hago solo dos preguntas que se pueden tomar de estas lecturas”.

“Primera: ¿pido al Señor la gracia de que mi corazón se abra? Segunda pregunta: ¿busco escuchar al Espíritu Santo, sis inspiraciones, lo que Él dice a mi corazón para que yo avance en mi vida de cristiano, y pueda dar testimonio de que Jesús es el Señor? Piensen en estas dos cosas, hoy: mi corazón está abierto, y yo hago el esfuerzo de escuchar al Espíritu Santo, lo que me dice. Y así avanzaremos en la vida cristiana y daremos también nosotros testimonio de Jesucristo”.