Señora Aparecida, un hijo vuestro
que os pertenece sin reserva —totus tuus!—
llamado por misterioso designio de la Providencia
a ser Vicario de Vuestro Hijo en la tierra,
quiere dirigirse a Vos, en este momento.
El recuerda, con emoción, por el color moreno
de esa vuestra imagen, otra representación vuestra,
¡la Virgen Negra de Jasna Góra!
Madre de Dios y nuestra,
proteged a la Iglesia, al Papa, a los obispos, a los sacerdotes
y a todo el pueblo fiel; ¡acoged bajo vuestro manto protector
a los religiosos, religiosas, a las familias,
a los niños, a los jóvenes y a sus educadores!
Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos,
sed consuelo de los que sufren en el cuerpo o en el alma;
sed luz de los que buscan a Cristo,
Redentor del hombre; todos los hombres
mostradles que sois la Madre de nuestra confianza.
Reina de la paz y Espejo de justicia,
¡alcanzad para el mundo la paz,
haced que Brasil tenga paz duradera,
que los hombres convivan siempre como hermanos,
como hijos de Dios!
Nuestra Señora Aparecida
bendecid este vuestro santuario y a quienes en él trabajen,
bendecid a este pueblo que aquí reza y canta,
bendecid a todo vuestros hijos,
bendecid a Brasil.
Amén.
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