Como católicos, creemos firmemente en la segunda venida de Jesús y así lo profesamos cada domingo durante el Credo niceno: Creo en un solo Dios Padre Todopoderoso (…). Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre. Y vendrá otra vez con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin.
Es una creencia pronunciada con sencillez, pero que muchas veces puede provocar controversia y confusión. Para muchos es fácil caer en la atracción de las teorías siempre cambiantes presentadas por diversos individuos (cristianos o de otra índole) que aseguran saber el momento y el día exactos en que Jesús volverá.
¿Qué enseña la Iglesia sobre la segunda venida de Jesús? ¿Cuándo vendrá de nuevo?
El Catecismo presenta una sección entera dedicada a este tema y resume la doctrina oficial de la Iglesia. Empieza explicando: “Desde la Ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la ‘última hora’ (…). Según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio, pero es también un tiempo marcado todavía por la ‘tribulación’ y la prueba del mal que afecta también a la Iglesia e inaugura los combates de los últimos días. Es un tiempo de espera y de vigilia” (CIC 670, 672).
Los apóstoles conocían bien esta verdad y creían firmemente que Jesús volvería otra vez. El Catecismo afirma esta doctrina del regreso inminente de Cristo explicando: “Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (…). Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento, aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén ‘retenidos’ en las manos de Dios” (CIC 673).
Jesús volverá de nuevo en la gloria y nosotros, como católicos, creemos que podría venir un día. Por esta razón Jesús dejó claro a sus discípulos que debían estar preparados, para su próxima llegada.
En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre. Tengan cuidado y estén prevenidos porque no saben cuándo llegará el momento. Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ‘¡Estén prevenidos!’ (Marcos 13, 32-37)
Además, la Escritura señala que antes de la venida de Jesús se producirá una “prueba” final que habrá de padecer la Iglesia y también una persecución de creyentes.
Teniendo en consideración que los cristianos siempre han sido brutalmente perseguidos desde los días de Jesús, es difícil discernir cuándo ocurrirá esta última tribulación (si es que no está sucediendo ya).
El Catecismo explica: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el ‘misterio de iniquidad’ bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad”. Se cree que el autor de esta deserción en masa, denominado bíblicamente el “Anticristo”, será derrotado y poco después llegará Cristo en gloria.
Santo Tomás de Aquino añade que, “aunque los hombres estén aterrados ante los signos que aparezcan sobre el día del juicio, antes de que empiecen a aparecer las señales del juicio, los impíos se creerán en paz y en seguridad, a saber, después de la muerte del Anticristo y antes de la venida de Cristo, porque no verán acabarse el mundo, como lo habían estimado hasta entonces”.
Aunque, como católicos, se nos pide que simplemente preparemos nuestros corazones todos los días con la creencia de que hoy podría ser el último día. Podría ser nuestro propio “día del juicio”, cuando conozcamos a Jesús en el final de nuestras vidas, o podría ser el Día del Juicio, cuando Cristo regrese en gloria.
En cualquier caso, debemos permanecer alerta y no seguir ninguna profecía o predicción, sino vivir en paz con el hecho de que si vivimos según el plan de Dios, el Último Día será un día de alegría.
Por eso los cristianos siempre hemos esperado alegremente la segunda venida de Jesús, porque sabemos que el fin del mundo es algo bueno, cuando nuestras lágrimas serán secadas y nuestra dura labor en la tierra habrá terminado.
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