“¿Cómo puede un cura, al servicio de Cristo y de su Iglesia, llegar a causar tanto daño? ¿Cómo puede haber consagrado su vida para conducir los niños a Dios, y acabar sin embargo devorándolos en eso que he llamado ‘sacrificio diabólico’, que destruye tanto la víctima como la vida de la Iglesia?”.
El Papa Francisco condena los abusos sexuales en el seno de la Iglesia en el prólogo del libro Le perdono, padre (Piemme), la historia -escrita en primera persona– del suizo Daniel Pittet, que sufrió abusos durante cuatro años por parte de un cura cuando era menor de edad. El pontífice pide perdón a las víctimas y a sus familias.
El pasado mes de noviembre Pittet y su verdugo se vieron de nuevo cara a cara. Habían pasado más de 40 años desde la última vez que el sacerdote, con una excusa, encerró a Pittet en una habitación. De aquel último encuentro surgió el libro Le perdono, padre (Piemme), que acaba de ser publicado en Italia, y cuya introducción ha sido escrita por el propio Papa Francisco.
Algo inédito hasta el momento. Francisco conoció la historia de Daniel Pittet a finales de 2014, cuando el hombre, que hoy tiene 57 años, viajó hasta Roma para presentar el proyecto Amar es dar todo, un libro que recogía testimonios de vida consagrada en Suiza.
El volumen contó con la aprobación del Santo Padre y el libro fue distribuido en la Plaza de San Pedro entre los fieles durante las celebraciones del Año de la vida consagrada. Y fue en una de las ocasiones en las que se reunieron cuando Pittet confesó al papa que había sido una víctima de abusos sexuales.
“En la desgracia, Daniel Pittet -escribe el pontífice en el prólogo– ha podido encontrar también otra cara de la Iglesia, y esto le ha permitido no perder la esperanza en los hombres y en Dios”. “Ha elegido encontrar a la persona que lo atormentaba 44 años después, y mirar a los ojos al hombre que le ha herido en la profundidad del alma. Y le ha dado la mano”, escribe Francisco.En el texto, el Papa destaca la valentía de la víctima para perdonar a su verdugo sin dejar de denunciar la “monstruosidad” de quien comete un crimen de este tipo, que ha llegado a empujar hasta el “suicidio” a muchas víctimas. “Se trata de una monstruosidad absoluta, de un horrendo pecado, radicalmente contrario a todo lo que Cristo nos enseña”.
Francisco pide perdón a las víctimas y a sus familias, que recuerda, pesan en la conciencia de la Iglesia. “Estos muertos pesan en mi corazón, en mi conciencia y en la de toda la Iglesia. A sus familias pongo mis sentimientos de amor y de dolor y, humildemente, pido perdón”.
El Papa asegura que el deber de la Iglesia es “proteger a los más débiles e indefensos”, y para ello debe actuar “con extrema severidad” contra los sacerdotes que “traicionan su misión” y contra sus superiores, “obispos y cardenales, que les protegen, como ya sucedió en el pasado”.
Francisco quedó impresionado por la historia de Daniel Pittet y su capacidadad de misericordia. En el libro, Pittet explica como, cuando tenía sólo 8 años, comenzó a sufrir abusos de un cura capuchino de una iglesia de Friburgo de la que era monaguillo.
La pesadilla duró más de cuatro años. “Yo sabía que iba a ser violado por el padre Joel Allaz después de la misa, era casi como una ‘liturgia’”, asegura en el libro. No fue hasta casi los 30, tras años de terapia, que consiguió denunciar en voz alta los abusos sufridos.
Hace tres meses se encontró con su abusador, que hoy es un viejo sacerdote jubilado en Francia. “Me ha mirado, he visto su miedo”, confiesa en una entrevista al diario La Repubblica. “Pero no me ha pedido perdón, no me parece que esté arrepentido de todo el daño que ha hecho”. Y sin embargo, este bibliotecario de Friburgo padre de seis hijos, continúa manteniendo intacta su fe y ha conseguido perdonar a su verdugo.
- Fuente: elmundo
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