Esta es la gran tentación del diablo

La protagonista de este testimonio, es una señora, asidua visitante de Jesús en el sagrario y enamorada de la Eucaristía.

Cada mañana, va a la Santa Misa, para después dirigirse al oratorio donde tienen el sagrario, donde se queda horas acompañando a Jesús Sacramentado. Ahí reza por su familia, por ti y por mí, le agradece el don de la vida e incluso sus muchos sufrimientos, pues es una persona mayor y está enferma; muy a menudo se siente sola.

Su refugio ha sido Jesús, pues la acogió con tanto amor en aquel sagrario, que su anhelo diario es estar con Él.

“Las horas se convierten en minutos, señor. No percibo el tiempo por lo feliz que me siento con Jesús, Él me consuela. Me brinda su amistad. Me escucha. Me hace compañía. Disfruto enormemente esos momentos de una paz extraordinaria. A todo el que se vea como yo, en esta edad, sintiéndose sola, le aconsejo, abandónense en las manos de Jesús. Vayan a los sagrarios del Mundo, Allí nos espera ilusionado” expresó.

Durante una llamada con su padrino espiritual le mencionó:

“Me doy cuenta ante su Divinidad, que soy indigna de estar en Su Presencia. Esto me tiene desolada. No sé si ir a verlo, porque no siempre hice en mi vida su santa voluntad”.

Lo cual le impactó al padrino espiritual, qué forma tan sutil de desviar un alma enamorada “Soy indigna, por tanto, no iré a verlo”.

El padrino espiritual le respondió:

“Usted es una enamorada de Jesús. A Él le agrada que usted vaya a verlo. Nunca deje de acompañarlo”

Y le contó esta experiencia que a él le pasó:

“Hace muchos años un sacerdote me llamó después de misa y me pidió que me preparara como Ministro Extraordinario de la Comunión. Di un paso atrás y le respondí: ‘No me atrevo. No soy digno’. El buen sacerdote sonrió con amabilidad y me dijo: ‘Si de dignidad se trata, mejor nos vamos todos a nuestras casas’. Me preparé, estudié y durante un año le asistí”.

Con eso se puede uno percatar lo hábil que es el demonio; pues con sutilezas trata que no hagas algo bueno, pues te siembre la “duda” en el alma.

Al ser sacerdote, religioso, religiosa, o tienes un apostolado en la Iglesia, procurará que lo abandones todo y te alejes de Dios. Al diablo no le agradan los que hacen el bien y ayudan a las almas. Desprecia la humildad.

Si tienes dudas, reflexiona un rato, la paz viene de Dios, la zozobra no. El diablo es astuto, hará lo imposible para que abandones tu apostolado

 

Fuente: enlacecatolico

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