Hasta los 28 años vivió como católico, pero a esa edad, movido por la curiosidad, se entregó a los Testigos de Jehová. Desde hace ya unos años, Antonio explica que de nuevo “soy católico, y deseo reparar de alguna manera el daño que hice, escribiendo para alejar a las ovejas del redil de Cristo, contra los falsos profetas llamados testigos de Jehová”.
Mi desengaño como testigo de Jehová
Dentro de la organización ocupó altos cargos como dirigente: miembro del Comité de la Congregación, superintendente del campo, siervo de la escuela, organizador de asambleas y conferenciante por toda la zona norte de España: Bilbao, Durango, Munguía, Guernica, Barcelona, Éibar, San Sebastián, Irún, Pamplona, Burgos, Santander…
El mismo Carrera explica que debido a su carácter entusiasta y celo propagandístico a favor de los testigos, “visité miles de hogares predicando las falsas enseñanzas de la secta y haciendo proselitismo. Prácticamente he dedicado toda mi vida, durante los 13 años con ellos, pues solamente en concepto de predicar, empleé 3,542 horas, les vendí 570 libros, 580 folletos y 3,700 revistas. Y ¿cuántas personas he captado para la secta?” No se sabe exactamente.
¿Pero cómo llegué hasta aquí?
Para Antonio hay tres tipos de personas que ingresan en los Testigos: los que tienen muy poca formación cultural y la manipulan, los que entran buscando algún tipo de beneficio y los que, como él, entran por curiosidad. Cuando él llegó, los testigos de Jehová eran algo novedoso en España: “El primer contacto suele ser deslumbrador. Te ofrecen ingresar en un grupo en el cual -explica- todas las personas son excelentes, bondadosas y amorosas en grado máximo. Las primeras visitas a sus reuniones te aturden con tanto saludo y amabilidades; pero esto dura poco tiempo: después nadie se preocupa de uno, excepto para vigilarlo si falla a las reuniones, o si no sale con frecuencia a visitar los hogares para venderles su literatura”.
El mensaje que te ofrecen es el de “la salvación por Dios y vivir eternamente en esta tierra, hecha un paraíso después del fin del mundo, que será de un día para otro, aunque lleven 100 años anunciándolo. Entonces -le describieron a Antonio-, la tierra disfrutará de paz, sin enfermedad ni cementerios, pues nadie morirá. Pero, claro, nadie podrá salvarse… a excepción de los que se hagan testigos de Jehová”.
Parte de su negocio es llenar la casa de los candidatos de libros, folletos y revistas que venden con las ideas de la organización: “El lavado de cerebro que te hacen –señala este testigo de primera línea- hará que aceptes lo más disparatado, como dejar morir a un familiar antes que ponerle una transfusión de sangre. Te inculcan odio contra toda religión y gobierno. También –concluye Carrera- rompen con amistades y familiares, y esto hace que se adhieran más al grupo y se fanaticen”.
Una fanatización que según explica el extestigo se imparte por medio de una reunión semanal de cinco horas, más lo que tienes que estudiar en casa, el predicar y vender sus libros… Y todo ello motivado porque el fin del mundo está cerca y sólo se salvarán los que hagan mucho trabajo a favor del grupo, tal y como señala la Biblia que ellos usan, la cual está previamente falsificada y mal interpretada.
Falsos profetas
Por todo ello, Carrera recuerda las palabras de Jesús: “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con piel de oveja, pero por dentro son lobos voraces. Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos” (Mt 7, 15 y 24).
Ellos alardean de ser eso, de ser profetas, pero parece ser que sus profecías nunca acaban cumpliéndose, a pesar de “asegurar que ellos, los dirigentes de la secta, son iluminados por Dios, y ven la verdad con exacta armonía, que Dios les permite entender la verdad y que las páginas de su revista La Atalaya están revelada por Dios”, explica el ex testigo.
La segunda venida de Cristo
Un ejemplo clásico es el de las segunda venida de Cristo. Primero creyeron que Cristo había vuelto en 1874, pero de forma invisible. Después anunciaron que para 1914 vendría en persona, corporalmente. El anuncio venía en letras mayúsculas. Textualmente: “El Segundo Advenimiento PERSONAL y Premilenario de Nuestro Señor”. La palabra PERSONAL en el original aparece con mayúsculas. “Como sabemos –explica Antonio Carrera- Cristo no llegó en 1914. Pero hoy, en su literatura, enseñan que sí volvió, pero espiritualmente, de forma invisible. ¿Qué les parece? –se pregunta el extestigo. Ustedes están en el aeropuerto esperando un familiar y, tras comprobar que no llegó, alguien pretende hacerles creer que sí, que ha llegado, pero espiritualmente, y que ya no lo pueden ver. La mentira siempre se pretende tapar con otra mentira”.
Otras falsas profecías
El fin del mundo también es otro tema recurrente, lo han profetizado al menos para las siguientes fechas: 1799, 1874, 1914, 1915, 1918, 1925, 1975… e, igualmente, para antes del cambio de milenio. En 1914 tenía que haber desaparecido el papado: “En 1889 profetizaron: la extinción total de esta jerarquía falsa -el Papado- próxima a la terminación del Día de la Ira… que terminará… con el año 1914. Como vemos, el Papado sigue en pie, y los profetas de La Atalaya han fallado”.
Desde 1879 hasta 1912 enseñaron como verdad de Dios que los judíos sí regresarían a Palestina, y que esto sería una más de las pruebas del fin del mundo: “Desde 1932, y usando siempre a Dios como el revelador de estas ‘verdades’ o ‘profecías’, enseñan que no, que los judíos no serían nación en Palestina”. Sin comentarios.
Ante la duda, excomunión
“La Divina Providencia tiene caminos –concluye Antonio Carrera- que los humanos no podemos conocer. Y siempre daré gracias a Dios por haber descubierto el engaño y haberme liberado de tal atadura”. Su descubrimiento le provocó un inmenso vacío y estar cuatro meses enfermo. Afortunadamente con él, salieron su esposa e hijos, así como su hermano Abel, con su familia, y otros.
Todo sucedió a través de una charla amistosa con un testigo que llevaba ya muchos años en el grupo: “Me dijo que si yo pudiera leer libros antiguos de la Organización, que ya no editan, podría comprobar una multitud de cambios y errores en sus enseñanzas, las cuales, según ellos, están inspiradas por Dios”. Esto le llevó a entrar en un proceso de grandes dudas, las cuales se confirmaron cuando “por casualidad cayeron en mis manos” algunos libros que databan 1918.
Cuando quiso comunicar su descubrimiento, lógicamente, no le dejaron hablar. Lo siguiente fue expulsarle y prohibir a todos los miembros hablarle, con la amenaza de ser ellos también expulsados. De hecho varios ya han sido excomulgados.
En estos momentos, Antonio Carrera concluye: “Soy católico y doy gracias a Dios por conocer y vivir en la verdad”.
Fuente: Religión en Libertad
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