El Cardenal Crescenzio Sepe hizo el anuncio durante la celebración de la fiesta litúrgica de este santo del siglo III. El Purpurado mostró el relicario que contiene la sangre de San Genaro para que los fieles comprobaran que efectivamente esta, normalmente coagulada, se había vuelto líquida. A continuación, como marca la tradición, agitó un pañuelo blanco para indicar que el milagro había tenido lugar.
Aunque habitualmente el proceso se produce ante la vista de los fieles congregados, el Arzobispado, por medio de un comunicado de prensa, señaló que en esta ocasión comprobaron que la sangre ya estaba licuada cuando abrieron la caja fuerte en la que se guarda el relicario.
La licuefacción de la sangre de este santo es un fenómeno inexplicable que se produce tres veces al año: el sábado anterior al primer domingo de mayo, con motivo de la traslación de los restos del santo a Nápoles; el día de su fiesta litúrgica, el 19 de septiembre; y el 16 de diciembre, aniversario de la intercesión de San Genaro para evitar los efectos de la erupción del volcán Vesubio en el año 1631.
Cabe recordar que en diciembre del año 2016 no se produjo el milagro, lo cual provocó cierta preocupación entre los fieles. Aunque el hecho de que no se licúe se suele interpretar como el anuncio de un desastre, esto no siempre es así.
De hecho, el proceso no siempre se produce del mismo modo: a veces tarda varias horas, o incluso días, en licuarse. En otras, como en esta ocasión, el milagro se produce antes de la celebración litúrgica, y en otras ocasiones, por motivos desconocidos, la sangre no se licúa.
El mismo Papa Francisco fue testigo del inexplicable fenómeno en marzo de 2015. En aquella ocasión, la sangre se licuó delante de la mirada del mismo Santo Padre fuera de las tres fechas indicadas. Por lo tanto, se trató de un hecho extraordinario, que también se produjo en 1848 delante del Papa Pío IX.
El milagro no sucedió durante las visitas de San Juan Pablo II en 1979, ni de Benedicto XVI en 2007.
La sangre licuada permanecerá expuesta en la Catedral de Nápoles durante varios días antes de devolver el relicario a la Capilla del Tesoro.
El martirio de San Genaro
San Genaro, patrono de Nápoles, fue Obispo de Benevento. Durante la persecución contra los cristianos fue hecho prisionero junto a sus compañeros y sometido a terribles torturas. Un día, él y sus amigos fueron arrojados a los leones, pero las bestias sólo rugieron sin acercárseles.
Entonces fueron tildados de usar magia y condenados a morir decapitados cerca de Pozzuoli, donde también fueron enterrados. Esto sucedió aproximadamente en el año 305.
Las reliquias de San Genaro fueron trasladadas a diferentes lugares hasta que finalmente llegaron a Nápoles en 1497.
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