Mensaje del 2 de octubre de 2018 en Medjugorje

Medjugorje

“Queridos hijos, os invito a ser valientes. No renunciéis, porque el bien más pequeño y el más pequeño signo de amor, vencen sobre el mal siempre más visible. Hijos míos, escuchadme, para que el bien pueda vencer, para que podáis conocer el amor de mi Hijo, que es la dicha más grande, para que las manos de mi Hijo puedan abrazaros. Él que ama al alma, Él que se ha dado por vosotros y siempre y nuevamente se da en la Eucaristía, Él que tiene palabras de vida eterna. Conocer su amor, seguir sus huellas, significa tener la riqueza espiritual. Esta es la riqueza que da buenos sentimientos y ve el amor y la belleza en todas partes. Apóstoles de mi amor, hijos míos, sed como rayos del sol que llevan el calor del amor de mi Hijo y calientan todo en torno a sí. Hijos míos, el mundo tiene necesidad de los apóstoles del amor, el mundo tiene necesidad de muchas oraciones, pero de aquellas hechas con el corazón y con el alma y no sólo de aquellas pronunciadas con los labios. Hijos míos, aspirad a la santidad, pero en humildad, la que permite a mi Hijo hacer, a través de vosotros, lo que Él desea. Hijos míos, vuestras oraciones, vuestras palabras, pensamientos y obras, os abren o cierran la puerta del Reino de los Cielos. Mi Hijo os ha mostrado el camino y os ha dado la esperanza. Yo os consuelo y os aliento porque, hijos míos, yo he conocido el dolor pero he tenido fe y esperanza. Ahora tengo el premio de la vida en el Reino de mi Hijo. Por eso, escuchadme: tened valor, no renunciéis. Os doy las gracias”.

La Virgen ha bendecido a todos los presentes y todos los objetos religiosos. Después, como la Reina de la Paz desea, los sacerdotes han bendecido a todos los presentes y todos los objetos religiosos.

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