El sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Mons. Florian Kolfhaus, compartió siete medios espirituales prepararse y recibir a Cristo en Navidad.
Levantarse unos 10 minutos antes de lo habitual permite tener un tiempo para Dios y empezar bien la jornada. Una oración personal, una breve lectura de las Escrituras, el rezo del Rosario, entre otros, pueden ayudar.
Si bien las cuatro semanas previas a la Navidad tienen un carácter “más alegre” se debe esperar hasta el cumpleaños de Jesús para celebrar en la cena navideña.
Este sacrificio, además de tener un valor espiritual, genera más gusto y expectativa por la Navidad.
El sacerdote sugiere tener una hora de silencio todos los días de Adviento. Sin radio, teléfono, televisión, ni música de fondo, sino utilizar el tiempo para momentos de oración y reflexión.
Si se siente inquietud o preocupación, hay que dejar que el Mesías entre en el corazón. La paz externa y silencio interior limpia casi automáticamente el alma.
“¿Por qué no dar una alegría a alguien por cada día de Adviento?”, se pregunta el P. Kolfhaus.
Todos los días se puede obsequiar un pequeño regalo, carta o imagen. Pero es bueno tener un plan previo: obsequiar quizás una fotografía en blanco y negro a un familiar, juguetes de mis hijos para un sobrino, las chaquetas de invierno para un hogar de niños huérfanos o hacer galletas para una casa de ancianos.
La Navidad no es de “Santa Claus”, sino del pequeño niño en el pesebre. Es el Hijo de Dios quien alimenta verdaderamente, tan pequeño y, que sin pretensiones, está presente en todos los tabernáculos.
“La Navidad es la celebración del ‘pan vivo’ que ha llegado del cielo como nuestro alimento. Belén significa ‘casa del pan’”, explica el P. Kolfhaus.
Todos los días se puede visitar la iglesia aunque sea solo unos minutos. También, asistir a Misa es una forma de devoción.
Jesús nace en un establo, en pobreza y modestia, lejos del bullicio de los albergues. En ese lugar San José removió las telarañas y la suciedad y Nuestra Señora preparó un buen lugar para el recién nacido.
Como la Virgen María y San José que tenían un corazón lleno de amor puro, los católicos deben confesarse para tener una buena Navidad. La paja vieja o podrida debe ser barrida del corazón. Otras veces limpiar el polvo es suficiente, pero Jesús siempre quiere encontrar una morada donde pueda reposar.
“Es menester dirigirnos a nuestra Madre, a quien le pedimos su intercesión en nuestras necesidades, para darle gracias por su ‘sí’ en Nazareth, por el cuidado y la crianza de Jesús, por su ayuda maternal a Él y a nosotros, por su lealtad en la Cruz”.
Desde el obsequio de flores, el rezo del Rosario, oraciones especiales, una pequeña peregrinación a una iglesia, renunciar a malos hábitos u ofrecer nuestro trabajo por más difícil que sea, son gestos que nos permiten recibir a Jesús, no solo en la víspera de Navidad.
El sacerdote sugirió orar por la maternidad de todas las mujeres que esperan o han perdido un hijo en esos días.
Fuente: Aciprensa
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