Oración para protegerse de todo enemigo y maldad

Dios con nosotros.

Hace apenas unas horas hemos celebrado el acontecimiento más importante para la humanidad, Dios se hizo hombre, nos ha nacido el Salvador, Dios con nosotros.

Por tal razón, celebramos un año más de este gran acontecimiento, Él quiso hacerse hombre.

La primera lectura, nos narra la historia de un hombre que teniendo un encuentro con Dios hecho hombre, ama hasta el extremo y quiere que todos sus hermanos también le conozcan, y muere en su propósito: dar la vida por amor a Dios y sus hermanos.

Este “Dios hecho hombre ” solo quiere que tú y yo seamos felices, nos invita a confiar en Él.

El Evangelio nos conforta en esta tarea de vivir a la manera de Cristo, pues habrá contriciones, problemas o muchas dificultades, pero en este desafío de vivir según “Dios hecho hombre” tenemos un refugio seguro y ese refugio se llama Misericordia. AMÉN.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-10;7,54-60):

Santísima Trinidad
Fuente: web source

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo.

Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.

Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia.

Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:

«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo.

Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»

Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»

Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios.

Oración para protegerse de todo enemigo y maldad.

Salmo.

Sal 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R/.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R/.

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