Un gran episodio ha ocurrido algunos años en Guadalajara, México. El Reverendo Gulino, pastor de la parroquia de Santa María Madre de la Iglesia, dice que él estaba arrodillado en oración ante el Santísimo Sacramento y de repente notó un brillo y oye una voz. Ella habría dicho: “Toca las campanas, para llevar a todos aquí. Yo derramaré mis gracias sobre los presentes y durante todo el día. Pones sobre el altar de la Iglesia tu pequeño tabernáculo que empleos por la adoración privada, y pones el ostensorio grande cerca del pequeño tabernáculo. Abrirás el tabernáculo sólo a las 3 de la tarde, no antes.”
Él recogió toda la comunidad católica en la iglesia a las 15:00, sólo entonces se acercó a Don Gulino se acercó al tabernáculo y abriéndolo con gran sorpresa descubrió que la hostia consagrada de Nuestro Señor Jesucristo estaba cubierta de sangre.
La voz todavía le dijo de erigir una capilla por la adoración, y de permitir cualquier tipo de estudio científico a confirmación del milagro. “El cardenal ha ordenado que, mientras tanto, la hostia no debe ser expuesta al público, pero custodiada en un tabernáculo santuario seguro”.
Mons. Sánchez dijo que “la doctrina de la Iglesia enseña que cuando ocurra un acontecimiento extraordinario, fuera de lo común, hace falta tomar cada precaución para determinar si el acontecimiento puede ser explicado por causas naturales, o si quieren mayores ahondamientos en el caso de que siente que va más allá del evento natural y milagroso”.
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