Un amigo le estaba mostrando un arma que creía descargada. Cuando el amigo para bromas apretó el gatillo a poca distancia frente a él, el arma se disparó. Afortunadamente (o milagrosamente), la bala no lo rozó.
Su nombre era Ginka Beer y era “una belleza judía, con ojos estupendas y cabello negro azabache, delgada, una magnífica actriz.” Aunque no se puede describir con precisión el vínculo entre Karol Wojtyla y Ginka, ella fue la primera y posiblemente la única con quien tuvo una relación romántica.
Era miembro de una compañía de teatro y la consideraba como su futura carrera antes de descubrir su vocación al sacerdocio.
Su madre murió cuando él tenía 8 años por complicaciones en un parto, sus tres hermanos murieron durante su infancia, y su padre murió de un ataque al corazón cuando él tenía 21 años.
En febrero de 1944, mientras regresaba a casa del trabajo, fue invertido por un camión alemán. Los oficiales alemanes al ver que estaba inconsciente y gravemente herido detuvieron un automóvil para usarlo como ambulancia y llevarlo al hospital. Pasó dos semanas en el hospital. Esta terrible experiencia, y su sorprendente recuperación, le confirmaron su llamado al sacerdocio.
En agosto de 1944, durante un levantamiento polaco, soldados nazis barrieron su ciudad para arrestar a todos los hombres jóvenes. Al entrar en su casa, se escondió detrás de una puerta. Los soldados registraron la casa, pero no lo encontraron y se fueron. Luego se escondió en la residencia de su Arzobispo, donde permaneció hasta el final de la guerra.
Colaboró en la redacción del texto final de Dignitatis humanae, el Decreto sobre la libertad religiosa, y Gaudium et spes, la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual.
No hemos tenido un Papa italiano desde Juan Pablo II, él era polaco: Benedicto XVI es alemán, y Francisco es argentino.
Sabía polaco, español, portugués, italiano, latín, francés, alemán, inglés y griego antiguo.
Esto lo convirtió en uno de los líderes mundiales que más ha viajado en la historia y le ha hecho ganar el sobrenombre de “Papa Peregrino”.
Beatificó a 1.340 personas y canonizó a 483 personas. Esta cifra supera a todos los beatos y santos canonizados por todos los Papas que lo ha precedido, en toda la historia de la Iglesia.
Sí, has leído bien y no estaba solo: la Beata Madre Teresa de Calcuta y San Francisco de Asís también fueron protagonistas en libros de historietas.
Aunque el otorgamiento del título no tiene proceso oficial y es solamente por el uso popular, sólo otros tres papas en la historia han merecido tal honor: San León Magno (440 hasta 461), San Gregorio el Grande (590-604), y San Nicolás Magno (858-867).
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