Plegarias de liberación- Oración contra el maleficio

Al constatar la presencia de seres maléficos, se podrían definir tres intercesores necesarios: el Espíritu Santo, el nombre de Jesús y María Santísima. Siguiendo el orden celestial, son ciertamente intercesores valiosos los arcángeles y ángeles, que siempre intervienen con sus legiones en la lucha contra el maligno, solo hay que recordar el libro del Apocalipsis, donde se relata una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles contra Satanás y sus ángeles rebeldes, que fueron derrotados por el arcángel y precipitados al infierno. Se habla con frecuencia de san Benito como patrono de los exorcistas, cuando, en realidad no está probado históricamente que el Papa Honorio III los hubiera nombrado tal, a partir del momento en que no hay un patrono oficial, nosotros lo invocamos, pues con certeza, era muy fuerte en la lucha contra el demonio. San Benito era monje, tal vez sacerdote, por cierto, no era exorcista, pero se le identificaba de tal forma pues en varias ocasiones expulsaba al demonio, tu medalla tiene particularmente una notable eficacia, conteniendo muchas frases contra el maligno. Todo exorcista invoca a aquellos santos de los cuales es personalmente más devoto, o es más devota la persona que es exorcizada; por lo cual, se puede decir que no existen santos que tengan una fuerza especial contra el demonio, ya que por ser santos la poseen, pero nosotros invocamos a los que somos más devotos. Lo que tenemos que tener en cuenta siempre es que la Biblia nunca nos enseñó a temer al diablo, pues nos asegura que podemos y debemos resistirlo… firmes en la fe. Por otra parte, la Biblia nos dice que debemos temer al pecado, siendo que todos los santos lo combatieron, al combatir el pecado, se combate el demonio, Pablo VI decía que “Todo lo que nos defiende del pecado, nos defiende de Satanás”. Solamente debemos temer a no estar en la gracia de Dios, es decir debemos confesarnos, participar de la misa, recibir la comunión, además hacer adoración eucarística y rezar, especialmente con los salmos y el rosario, esto entre otros, son los mejores remedios contra la actividad extraordinaria del demonio “si permanecemos en la gracia de Dios, estamos blindados”. San Juan Crisóstomo, afirma que el demonio, a su pesar, es un santificador de las almas, porque al estar interesado en poseer almas, es decir, hacerlas caer en pecado, pero como vimos y vemos en los santos, en última instancia solo obtiene santificar.

Kyrie elèison

Dios nuestro Señor, oh Soberano de los siglos, omnipotente y todopoderoso, Tú que lo has hecho todo y que lo transformas todo con Tu sola Voluntad; Tú que en Babilonia transformaste en rocío la llama del horno siete veces más ardiente y que protegiste y salvaste a tus tres niños santos.
Tú que eres Doctor y Médico de nuestras almas; Tú que eres la Salvación de aquellos que se dirigen a Ti, te pedimos y te invocamos, haz vana, expulsa y pon en fuga toda potencia diabólica, toda presencia y maquinación satánica, toda influencia maligna y todo maleficio o mal de ojo de personas maléficas y malvadas realizados sobre tu siervo ….. haz que, en cambio, de la envidia y el maleficio obtenga abundancia de bienes, fuerza éxito y caridad.

Tú, Señor, que amas a todos los hombres, extiende Tus Manos poderosas y Tus Brazos altísimos y potentes y ven a socorrer y vista esta imagen tuya, mandando sobre ella al ángel de la paz, fuerte y protector del alma y del cuerpo, que mantendrá alejado y expulsará a cualquier fuerza malvada, todo envenenamiento y hechicería de personas corruptoras y envidiosas: de modo que debajo de Ti tu suplicante protegido te cante con gratitud:

“El Señor es mi Salvador y no tendré temor de lo que pueda hacerme el hombre. No tendré temor del mal porque Tú estás conmigo, Tú eres mi Dios, mi fuerza, mi poderoso Señor, Señor de la paz, Padre de los siglos futuros”.

Sí, Señor Dios nuestro, ten compasión de Tu imagen y salva a tu siervo…. de todo daño o amenaza procedente del maleficio, y protégelo poniéndolo por encima de todo mal; por la intercesión de la más Bendita, gloriosa Señora, la Madre de Dios y siempre Virgen María, de los resplandecientes arcángeles y de todos los Santos. Amén.

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