NOVENA A LA GLORIOSA SEÑORA SANTA ANA – DÍA TERCERO –

 

ADORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Adórote,  bendígote  y  alábote,  Santísima  e  Individua  Trinidad,  Padre,  Hijo  y  Espíritu  Santo,  tres  personas  distintas  y  un  solo  Dios verdadero, en quien espero,
y a quien amo sobre todas las cosas, a quien adoro, venero y reverencio, con toda mi alma, potencias y sentidos, vida y corazón. Me pesa una y mil veces  haber ofendido a mi Dios. Confiado en tu divina bondad,  espero alcanzar de tu  misericordia el perdón de mis pecados,  y  la gracia de la perseverancia  final, para que después de esta vida mortal,  merezca mi alma gozar  eternamente  de ti en la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN PARA PEDIR LA GRACIA QUE SE DESEA OBTENER

Gloriosísima Señora Santa Ana, madre de la Madre de Dios, poderosa intercesora nuestra y refugio seguro de los que a  vos recurren. Yo me gozo en tu honor. Estimo que sea tanta vuestra excelencia, tan sublime vuestra dignidad, y vuestro poder tan admirable, que no puedan dejar de ser también entrañas de piedad y misericordia las vuestras, pues engendraron a la “Madre de Misericordia”. Por eso recurro a Vos, confiado, pidiéndoos de todo corazón me recibáis bajo vuestro amparo. Alcanzadme Fe viva, Esperanza firme y Caridad perfecta, pureza de alma  y  de  cuerpo,  devoción  cordial  a  vuestra  santísima  hija:  la  Virgen  María  Señora  Nuestra,  deseo  eficaz  de  servir  a  Dios,  dolor  muy verdadero  de  haberle  ofendido  y  propósito  de  enmienda.  Haced  que  este  propósito  me  acompañe  hasta  la  hora  de mi  muerte,  y  en  ella alcanzadme victoria contra las tentaciones del demonio y la gracia de la perseverancia final. También os pido que empeñéis vuestra especial intercesión para que consigáis la merced que de vos pretendo en esta novena.[Pedir aquí la gracia que se desea]Mostrad, Santa gloriosa, la eficacia de vuestro patrocinio en procurar el buen despacho de mis peticiones. No  atendáis a lo poco que yo merezco,  sino  a  lo  mucho  que  vos  podéis.  Favorecedme  con  aquella  misma  instancia  con  que  pedíais  al  Señor  el  remedio  de  vuestra esterilidad. Por aquel gozo con que entendisteis ser vuestra oración  oída,  oíd ahora  mis  oraciones. Por aquella  confianza  y autoridad de madre  de  la  que  lo  había  de  ser  del  mismo  Dios,  interceded  ante  vuestra  hija  santísima.  ¿Qué  le  podéis  vos  pedir  que  no  tenga  buen despacho de parte de Ella? ¿Y qué memorial vuestro puede Ella presentar a su Hijo, vuestro Nieto Santísimo, a que Él no quiera convenir?¡Qué falta, pues, gloriosa Santa Ana, sino que vos queráis interceder!, pues para qué os hizo Dios tan poderosa sino  para remedio de los atribulados que acuden a vuestro amparo.  Valedme pues, Santa poderosísima, que en vos confío. Valedme para crédito de vuestro poder, para  honra  de  vuestra  Hija  y  de  Nuestro  Señor  Jesucristo,  vuestro  Nieto.  Valedme  para  que  vuestro  nombre  sea  cada  más  conocido  y acudan  a  vos  todos  aquellos  que  tanto  necesitan  de  vuestro  amparo.  Bien  sé  que  no  merezco  vuestro  valimiento,  pero  será  ilustre misericordia vuestra  atender a mis súplicas sin haber en mí merecimiento. Y  espero,  que luego de ayudado por  vuestra  intercesión, os sepa vivir agradecido. Amén.

DÍA   TERCERO

-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:

TERCER GOZO: SU FELIZ PARTO

Considera, alma mía,  el inefable gozo que tendría la señora Santa Ana en su feliz parto, en el cual dio el mundo, no a Isaac: sonrisa de su madre Sara, sino a la Virgen María,  alegría del mundo  entero. Si en el nacimiento del Bautista se alegraron muchos,  según la promesa del ángel, ¡cuántos  más se alegrarían  en el nacimiento de la Santísima Virgen,  y cómo  este gozo cubriría a  la  felicísima madre,  Santa Ana! Ella fue sin duda el monte que destiló dulzura, porque de ella salió la dulcísima Virgen María, a quien la Iglesia llama “dulzura nuestra” .Si todas las madres, como  dice Cristo, se  olvidan de sus dolores  luego del  nacimiento de sus hijos,  y  se  alegran  “porque  ha  nacido  un hombre”, cuál no sería el gozo de esta madre admirable, viendo nacer de sus entrañas a aquella niña, de la cual había de nacer en el mundo el Hombre Dios. Sea para bien, dichosa madre, Santa Ana,  el suceso felicísimo de  vuestro parto. Para bien nuestro y de todo el mundo, pues estamos  en obligación de honraros, gracias a vos tenemos a María. A honra de tan célebre y deseado nacimiento de  “la Emperatriz de cielo y tierra”, hacedme la merced de que sea participante de vuestro gozo, loando al Altísimo en agradecimiento por haberos otorgado las peticiones que os tengo encomendadas.

TERCERA VIRTUD: CARIDAD ARDIENTE PARA CON DIOS

Pondera, cuán ardiente fue la Caridad y el amor de nuestra santa. Veíase tan obligada con los  favores celestiales, que no podía su espíritu dejar de amar al autor de ellos. Veíase madre de la que  había de serlo  del “Amor Perfecto”, y no podía dejar de emplear en el  amor  a Dios todos sus afectos. Por eso su gozo y toda su alegría venían a parar  en loores al Altísimo, en darle honra y gloria por todo,  y en engrandecer su  Santo  Nombre.  ¡Oh,  cómo  es  cierto  que  sólo  en  Dios  hay  verdadera  alegría,  y  sólo  los  que  aman  a  Dios  de  todo  corazón  viven consolados!  Las alegrías del mundo vienen siempre llenas  de pesares,  porque en el mundo no hay alegría verdadera. Sólo quien ama a Dios de todo corazón, lo tiene lleno de alegría, porque Dios es su fuente y su perenne manantial. ¡Os amo, Dios mío, de todo corazón! Y si aún no os amo de todo corazón, Vos, por la intercesión de Santa Ana, concededme vuestro amor, un amor grande, fervoroso y ardiente, un amor que me posea, que me inflame y me consuele. Amén.

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