ADORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD Y ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Adórote, bendígote y alábote, Santísima e Individua Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, en quien espero,
y a quien amo sobre todas las cosas, a quien adoro, venero y reverencio, con toda mi alma, potencias y sentidos, vida y corazón. Me pesa una y mil veces haber ofendido a mi Dios. Confiado en tu divina bondad, espero alcanzar de tu misericordia el perdón de mis pecados, y la gracia de la perseverancia final, para que después de esta vida mortal, merezca mi alma gozar eternamente de ti en la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN PARA PEDIR LA GRACIA QUE SE DESEA OBTENER
Gloriosísima Señora Santa Ana, madre de la Madre de Dios, poderosa intercesora nuestra y refugio seguro de los que a vos recurren. Yo me gozo en tu honor. Estimo que sea tanta vuestra excelencia, tan sublime vuestra dignidad, y vuestro poder tan admirable, que no puedan dejar de ser también entrañas de piedad y misericordia las vuestras, pues engendraron a la “Madre de Misericordia”. Por eso recurro a Vos, confiado, pidiéndoos de todo corazón me recibáis bajo vuestro amparo. Alcanzadme Fe viva, Esperanza firme y Caridad perfecta, pureza de alma y de cuerpo, devoción cordial a vuestra santísima hija: la Virgen María Señora Nuestra, deseo eficaz de servir a Dios, dolor muy verdadero de haberle ofendido y propósito de enmienda. Haced que este propósito me acompañe hasta la hora de mi muerte, y en ella alcanzadme victoria contra las tentaciones del demonio y la gracia de la perseverancia final. También os pido que empeñéis vuestra especial intercesión para que consigáis la merced que de vos pretendo en esta novena.[Pedir aquí la gracia que se desea]Mostrad, Santa gloriosa, la eficacia de vuestro patrocinio en procurar el buen despacho de mis peticiones. No atendáis a lo poco que yo merezco, sino a lo mucho que vos podéis. Favorecedme con aquella misma instancia con que pedíais al Señor el remedio de vuestra esterilidad. Por aquel gozo con que entendisteis ser vuestra oración oída, oíd ahora mis oraciones. Por aquella confianza y autoridad de madre de la que lo había de ser del mismo Dios, interceded ante vuestra hija santísima. ¿Qué le podéis vos pedir que no tenga buen despacho de parte de Ella? ¿Y qué memorial vuestro puede Ella presentar a su Hijo, vuestro Nieto Santísimo, a que Él no quiera convenir?¡Qué falta, pues, gloriosa Santa Ana, sino que vos queráis interceder!, pues para qué os hizo Dios tan poderosa sino para remedio de los atribulados que acuden a vuestro amparo. Valedme pues, Santa poderosísima, que en vos confío. Valedme para crédito de vuestro poder, para honra de vuestra Hija y de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Nieto. Valedme para que vuestro nombre sea cada más conocido y acudan a vos todos aquellos que tanto necesitan de vuestro amparo. Bien sé que no merezco vuestro valimiento, pero será ilustre misericordia vuestra atender a mis súplicas sin haber en mí merecimiento. Y espero, que luego de ayudado por vuestra intercesión, os sepa vivir agradecido. Amén.
DÍA TERCERO
-Adoración y acto de contrición como en el día primero, y luego:
TERCER GOZO: SU FELIZ PARTO
Considera, alma mía, el inefable gozo que tendría la señora Santa Ana en su feliz parto, en el cual dio el mundo, no a Isaac: sonrisa de su madre Sara, sino a la Virgen María, alegría del mundo entero. Si en el nacimiento del Bautista se alegraron muchos, según la promesa del ángel, ¡cuántos más se alegrarían en el nacimiento de la Santísima Virgen, y cómo este gozo cubriría a la felicísima madre, Santa Ana! Ella fue sin duda el monte que destiló dulzura, porque de ella salió la dulcísima Virgen María, a quien la Iglesia llama “dulzura nuestra” .Si todas las madres, como dice Cristo, se olvidan de sus dolores luego del nacimiento de sus hijos, y se alegran “porque ha nacido un hombre”, cuál no sería el gozo de esta madre admirable, viendo nacer de sus entrañas a aquella niña, de la cual había de nacer en el mundo el Hombre Dios. Sea para bien, dichosa madre, Santa Ana, el suceso felicísimo de vuestro parto. Para bien nuestro y de todo el mundo, pues estamos en obligación de honraros, gracias a vos tenemos a María. A honra de tan célebre y deseado nacimiento de “la Emperatriz de cielo y tierra”, hacedme la merced de que sea participante de vuestro gozo, loando al Altísimo en agradecimiento por haberos otorgado las peticiones que os tengo encomendadas.
TERCERA VIRTUD: CARIDAD ARDIENTE PARA CON DIOS
Pondera, cuán ardiente fue la Caridad y el amor de nuestra santa. Veíase tan obligada con los favores celestiales, que no podía su espíritu dejar de amar al autor de ellos. Veíase madre de la que había de serlo del “Amor Perfecto”, y no podía dejar de emplear en el amor a Dios todos sus afectos. Por eso su gozo y toda su alegría venían a parar en loores al Altísimo, en darle honra y gloria por todo, y en engrandecer su Santo Nombre. ¡Oh, cómo es cierto que sólo en Dios hay verdadera alegría, y sólo los que aman a Dios de todo corazón viven consolados! Las alegrías del mundo vienen siempre llenas de pesares, porque en el mundo no hay alegría verdadera. Sólo quien ama a Dios de todo corazón, lo tiene lleno de alegría, porque Dios es su fuente y su perenne manantial. ¡Os amo, Dios mío, de todo corazón! Y si aún no os amo de todo corazón, Vos, por la intercesión de Santa Ana, concededme vuestro amor, un amor grande, fervoroso y ardiente, un amor que me posea, que me inflame y me consuele. Amén.