Por la Señal…
Adoración y acto de contrición.
SEXTO GOZO: MORIR EN LOS BRAZOS DE SU HIJA
Considera, alma mía, cuan excesivo sería el gozo de Santa Ana, quien según graves autores afirman, murió en los brazos de su santísima hija. No es creíble que tan buena hija faltase a su madre en aquella hora, ni que Dios negase a tan buena madre la consolación de morir en los brazos de su hija. ¿Cómo huirían lejos de aquella casa los demonios, estando allí la Virgen, Nuestra Señora? De lejos, y de bien lejos, verían los hechos, por ser apartados por la virtud divina. Veis aquí la ventura de Santa Ana: Ser asistida en los brazos de la Santísima Virgen en aquella hora. Santa Ana tenía derecho a este favor por ser la madre de María. Por eso, santa mía, vos sois abogada para la buena muerte, porque vos, felicísima, ya tuvisteis esa dicha. Vuestra alma se vio primero en el cielo del seno de María, antes de bajar al seno de Abrahán, y esperar que se abriesen los Cielos luego de la muerte de Cristo. Oh, si yo pudiera morir con la misma muerte de esta santa matrona. Ojalá mis novísimos fuesen semejantes a los suyos.
SEXTA VIRTUD: CASTIDAD CONYUGAL
Pondera, alma mía, cómo fue perfecta la castidad conyugal de Santa Ana, matrona ejemplarísima. Ella fue, aquella en quien descansaba confiado el corazón de su esposo. Así fue conveniente para que la Virgen de las Vírgenes, María, tuviese por madre una persona no menos casta que Ella. Por eso Santa Ana mereció ser la tierra del cultivo de la más cándida azucena de pureza que se dio en nuestra tierra. Por eso también mereció al morir y salir de este mundo, ser confortada con el virginal olor de este lirio que tuvo a su lado. Santa Ana nunca deseó fecundidad con otro fin que el de la mayor gloria del Altísimo. Nunca, ni entre los oprobios de la esterilidad, hubo algo que manchase en lo más mínimo la pureza de su proceder. ¿Cuál no sería aun mayor su pureza luego, al nacerle su benditísima hija, cuando los rayos de la pureza de María reverberaban en el cristal de su alma? ¡Oh virtud de la pureza, cómo agradas al Altísimo! ¡Oh, castidad matrimonial bien guardada, cómo te asemejas a una virginal pureza! Alcanzadme, gloriosa Santa Ana, esta delicadísima virtud, ya que sois la madre de la Reina de las vírgenes. Pegad a mi alma el olor de esta virtud, para que yo, en vuestra casa, donde nació la Virgen más pura, pueda al menos ser un esclavo deseoso de seguirla y de imitarla, para que merezca la dicha de ver a esta soberana Señora después de muerte, ya que no puedo antes de ella.
Rezar un Credo, Padre Nuestro y Ave María. Luego decir 3 veces: “Santa Ana, socorred a los miserables”.
ORACIÓN PARA PEDIR LA GRACIA QUE SE DESEA OBTENERGloriosísima Señora Santa Ana, madre de la Madre de Dios, poderosa intercesora nuestra y refugio seguro de los que a vos recurren. Yo me gozo en tu honor. Estimo que sea tanta vuestra excelencia, tan sublime vuestra dignidad, y vuestro poder tan admirable, que no puedan dejar de ser también entrañas de piedad y misericordia las vuestras, pues engendraron a la Madre de Misericordia. Por eso recurro a Vos, confiado, pidiéndoos de todo corazón me recibáis bajo vuestro amparo. Alcanzadme Fe viva, Esperanza firme y Caridad perfecta, pureza de alma y de cuerpo, devoción cordial a vuestra santísima hija: la Virgen María Señora Nuestra, deseo eficaz de servir a Dios, dolor muy verdadero de haberle ofendido y propósito de enmienda. Haced que este propósito me acompañe hasta la hora de mi muerte, y en ella alcanzadme victoria contra las tentaciones del demonio y la gracia de la perseverancia final. También os pido que empeñéis vuestra especial intercesión para que consigáis la merced que de vos pretendo en esta novena. [Pedir aquí la gracia que se desea] Mostrad, Santa gloriosa, la eficacia de vuestro patrocinio en procurar el buen despacho de mis peticiones. No atendáis a lo poco que yo merezco, sino a lo mucho que vos podéis. Favorecedme con aquella misma instancia con que pedíais al Señor el remedio de vuestra esterilidad. Por aquel gozo con que entendisteis ser vuestra oración oída, oíd ahora mis oraciones. Por aquella confianza y autoridad de madre de la que lo había de ser del mismo Dios, interceded ante vuestra hija santísima. ¿Qué le podéis vos pedir que no tenga buen despacho de parte de Ella? ¿Y qué memorial vuestro puede Ella presentar a su Hijo, vuestro Nieto Santísimo, a que Él no quiera convenir? ¡Qué falta, pues, gloriosa Santa Ana, sino que vos queráis interceder!, pues ¿para qué os hizo Dios tan poderosa sino para remedio de los atribulados que acuden a vuestro amparo? Valedme pues, Santa poderosísima, que en vos confío. Valedme para crédito de vuestro poder, para honra de vuestra Hija y de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Nieto. Valedme para que vuestro nombre sea cada más conocido y acudan a vos todos aquellos que tanto necesitan de vuestro amparo. Bien sé que no merezco vuestro valimiento, pero será ilustre misericordia vuestra atender a mis súplicas sin haber en mí merecimiento. Y espero, que luego de ayudado por vuestra intercesión, os sepa vivir agradecido. Amén.
GOZOS PARA HONOR DE SANTA ANA Dulce madre de María,
Amorosa protectora:
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.
La Suprema Trinidad,La llena de bendiciones.Benditas las oraciones,Que alaban la gran bondad.Su amor encanta, enamora,Al que en su piedad confía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. Ana, “Gracia” significa,Según enseña la Glosa;Su alma feliz y dichosaCon gracias Dios magnifica:Su Hija le es honradora,Tesoro, y Tesorería.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. A María diste el ser,Y los naturales dones;Y buenas inclinacionesDe piadosa en proteger:De amorosa Defensora,Con ternura y melodía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. En las Entrañas cerradaLlevaste a María rosa;Os dio Santidad hermosa,Como olor, flor ocultada:La diste leche, Señora,Tres años de noche y día.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. Vuestra hija muy amada,En el templo presentaste.Con ella a Dios aplacaste,Y su justicia enojada.Tú serás mi bienhechora,Mi dulce bien y mi guía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. Con sólo este don precioso,Ofrecisteis más a Dios,Su padre Joaquín y vos,Que todo justo glorioso.Más que todos atesora,Gracia y santidad María.Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía. Es Nieto Jesús querido,Es Joaquín amado Esposo,San José Yerno dichoso,Yo vuestro favorecido:Os alaba, y os veneraMi gratitud, Madre mía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. A una leve insinuación,De su Madre Limosnera,María su TesoreraLo hace con admiración:Ahora que en el Cielo mora,¿Lo que pide negaría?Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. Cuanto Santa Ana deseaA favor de sus amantes,Su Nieto Jesús cuanto antesDecreta luego: “Así sea”:Sednos vos la intercesora,Sed nuestra eterna alegría.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. Santa Ana, por vuestro amor,Conseguidnos en la muerte,Gracia, paz y buena suerte,Por María, vos y el Señor.Pues sois la consoladora,En la última agonía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. Tenedme siempre en memoria,En la celestial morada.Mi alma está enamorada,De vos que estáis en la gloria.Mi amor que suspira y llora,Quiere haceros compañía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.
Dulce madre de María,
Amorosa protectora:
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo. ORACIÓNOmnipotente y misericordioso Dios, que proporcionando siempre a los hombres los medios de salvación y de consuelo, llenasteis de tanta gracia, dulzura y suavidad los nombres de Jesús, María y José, Joaquín y Ana, a favor de los que, por reverencia a tan soberanos nombres, los pidiesen el remedio de sus necesidades y consuelo en sus aflicciones: Os suplicamos rendidos que a todos los que con Fe, amor y devoción, invocaren tan augustos nombres, les concedáis en esta vida los dulces consuelos de tu divina gracia, y en la otra reciban el Cielo como premio. Por Cristo Señor Nuestro. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.