Medjugorje – la Virgen: cómo ser el más “pequeño”, el más rico en humildad

Nuestra Señora nos habla todos los días desde Medjugorje. ¿Qué nos quieres decir hoy? Un estímulo, una exhortación, una corrección amorosa para nuestra vida

La Virgen María apareció en muchos lugares de la Tierra y en muchas épocas históricas, siempre subrayando el objetivo final de su venida, que es la conversión auténtica de nuestros corazones, y advirtiendo que el tiempo de su cuidado terminaría, tarde o temprano.

En Medjugorje, en particular, María confió, y confía, a los videntes innumerables mensajes, que nos invitan a tomar a su Hijo Jesucristo como ejemplo y a seguir siempre sus pasos, sus enseñanzas.

Maria dice: deja todo y dedica tu tiempo a Dios

Medjugorje – Mensaje, 2 de enero de 2017

“Queridos hijos, mi Hijo ha sido fuente de amor y de luz, cuando en la Tierra habló al pueblo de todos los pueblos. Apóstoles míos, seguid su luz. Esto no es fácil: debéis ser pequeños, debéis aprender a haceros más pequeños que los otros, y con la ayuda de la fe, llenaros de Su amor. Ningún hombre en la tierra, sin fe, puede vivir una experiencia milagrosa. Yo estoy con vosotros; me manifiesto a vosotros con estas venidas, con estas palabras; deseo testimoniaros mi amor y mi preocupación maternal. Hijos míos, no perdáis el tiempo haciendo preguntas a las que nunca recibís respuesta: al final de vuestro viaje terreno os las dará el Padre Celestial. Sabed siempre que Dios lo sabe todo, Dios ve y Dios ama. Mi amadísimo Hijo ilumina las vidas y dispersa la oscuridad; y mi amor materno, que me trae a vosotros, es indescriptible, misterioso, pero es real. Yo expreso mis sentimientos hacia vosotros: amor, comprensión y afecto maternal. De vosotros, apóstoles míos, busco las rosas de vuestra oración, que deben ser obras de amor; estas son para mi Corazón maternal las oraciones más queridas, y yo se las presento a mi Hijo, que ha nacido por vosotros. Él os ve y os escucha; nosotros siempre estamos cerca vuestro. Este es el amor que llama, une, convierte, alienta y llena. Por eso, apóstoles míos, amaos siempre los unos a los otros, pero, sobre todo, amad a mi Hijo: este es el único camino hacia la salvación y hacia la vida eterna. Esta es mi oración más querida que, con el perfume más hermoso de rosas, llena mi Corazón. Orad, orad siempre por vuestros pastores, para que tengan la fuerza de ser la luz de mi Hijo. ¡Os doy las gracias! ”

La Reina de la Paz nos instruye, mensaje tras mensaje, sobre cómo podríamos ser dignos hijos de su Hijo, que algún día merezcamos la tan esperada patria celestial. La forma más rápida es la humildad que nos pone en la actitud de escuchar y orar, así como también en el servicio amoroso a nuestros hermanos. Este es el camino más inmediato para seguir los pasos de Cristo y poner en práctica lo que él quería enseñarnos con su ejemplo; para vaciarnos de lo superfluo y llenarnos del amor de Dios.

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