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San Gregorio nació en Neocesarea en el Ponto, una región de la actual Turquía, aproximadamente en 213, de una familia aristocrática, pero pagana. En joven edad queda huérfano de ambos padres y así sigue la hermana. En este tiempo, junto con su hermano Atenodoro (también Santo), entra en contacto con el gran maestro Orígenes. De que queda fascinado por la doctrina, por lo tanto decide de meterse a su espalda; Se convirtió al cristianismo y, junto con su hermano, fue bautizado.
Vuelto a su tierra natal distribuye a los pobres su enorme fortuna y se retiró a una vida de oración. Pero el Señor le mostró otro camino; Está llamado a ser el obispo de su ciudad. El Señor mismo confirmará este ministerio con milagros. Ya es recordado por sus contemporáneos con el nombre del Taumaturgo por los prodigios que podrían operar en el nombre del Señor. Un día para edificar una iglesia comanda a una montaña desplazarse y ésta obedece a las órdenes del Santo. En otra ocasión, mediante la plantación de su bastón pastoral logró desviar la furia de un río que sembraba ruina en el pueblo.
También fue asistido la particular asistencia de la Virgen que apareció junto con el Apóstol San Juan para instruirlo sobre los principios de la fe. Fue un evangelizador incansable. Murió en el año 270.