¿Qué mejor que recurrir a san José, padre de la Santa Familia, cuando necesitamos un techo? Si fue el encargado por Dios de velar por María y su Hijo, ¿cómo no iba estar pendiente con igual cuidado de cada uno de los hijos de Dios?
Con humildad y discreción, ofreció su vida para buscar sin descanso el mejor refugio donde proteger a su mujer y su hijo.
Al igual que María es nuestra Madre que vela por nosotros, san José nos arropa con toda su atención paternal y, como padre de familia, quiere garantizar el equilibrio material para todos sus hijos en la tierra.
Aquí tienen unas palabras muy sencillas para dirigirse a san José y conmover su corazón de padre.
Esta oración es una novena, lo que significa que está pensada para ser recitada cada día durante nueve días, como un niño optimista que repite incansablemente su deseo a su padre hasta que por fin se lo concede.
San José, siempre entregado a su Santa Familia, puede terminar consintiendo si cada día esta oración va acompañada de un Padre Nuestro, de un Ave María y de un Gloria al Padre.
Así, además de ayuda, se sorprenderán descubriendo una amistad más profunda con san José y una mayor confianza en la Providencia.
La oración a san José:
Glorioso y buen san José,
tú que has conocido todo tipo de tribulaciones
para encontrar alojamiento para María y Jesús.
Recuerda tu preocupación hacia ellos,
tus diligencias y las puertas cerradas que encontraste
mientras acompañabas al Niño Jesús camino del censo
luego al exilio y, por fin, de vuelta al país.
En la precariedad,
siempre te encargaste de las condiciones materiales,
expresando así tu amor y preocupación,
tu presencia fiel y protección hacia María y Jesús.
Vela por mis diligencias para encontrar alojamiento,
que la búsqueda sea fácil y clara;
cuida en especial por mi relación con los propietarios
y las condiciones de arrendamiento.
Que esta nueva vivienda sea un entorno acogedor, tranquilo,
con buenos vecinos y buenas relaciones entre todos.
Que todos los que vengan a mi casa (nuestra casa),
sean recibidos por tu presencia.
Introduce en este lugar el amor de Jesús y de María.
Amén.
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