El milagro eucarístico de Santarem, en Portugal, se remonta al año 1247 y está vinculado a la malsana intención de realizar una maldición.
La protagonista era una mujer que había decidido idear un hechizo a su marido, de quien estaba extremadamente celosa, debido a sus supuestas infidelidades.
Empujada por una bruja, ella robó una hostia consagrada, porque necesaria para atar a sí aquel hombre, con un filtro de amor. Pero esa hostia consagrada se mostró a la mujer por lo que realmente era, es decir, el Cuerpo y la Sangre del Cristo viviente. De hecho, la partícula comenzó a sangrar en las manos de la mujer.
Milagro eucarístico: la hostia irradiaba luz
Fue el 16 de febrero. La mujer regresó a casa, cuando ocurrió el milagro y, sin saber qué más hacer, puso la hostia consagrada en un cajón, pero continuó sangrando y comenzó a emanar una luz fuerte. La mujer asustada decidió llamar al cura del lugar, para remediar lo que había hecho. Por lo tanto, se organizó una ceremonia y una solemne procesión, para devolver la partícula a la Iglesia, precisamente a la Iglesia de Santo Stefano: la reliquia no dejó de sangrar e incluso sangró durante los siguientes tres días.
Santarem aún conserva, precisamente en la misma Iglesia, la hostia consagrada, que mostró tal milagro eucarístico. Ahora la iglesia también se llama “Santuario del Santísimo Milagro”. Desde aquel día, la hostia consagrada sangró en otras ocasiones, mostrando también la imagen de Jesús.
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