“Señor, no soy digno de que entres en mi casa;
basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.”
Danos, Señor, la fe del centurión,
una fe que no necesita ver para creer.
Una fe fuerte como roca en donde
podamos construir una vida sólida.
Danos, Señor, hoy y siempre la certeza
de tus pasos que nos acompañan
de Tu amor que no se muda
de Tu voluntad que es perfecta.
Danos, Señor, la certeza que con sólo
una de Tus palabras se
curarán todas nuestras heridas.
Danos una fe que llene nuestros
corazones de paz y fortaleza
para permanecer firmes y confiados
en medio de las pruebras.
Amén
Corina Acevedo
Artículo originalmente publicado Oleada Joven