La Sangre de mi Hijo fue derramada por amor a vosotros. Esa Sangre preciosa es para vuestra salvación, para la vida eterna, dice la Reina de la Paz de Medjugorje, en este mensaje.
La Virgen María apareció en muchos lugares de la Tierra y en muchos períodos históricos, siempre enfatizando el objetivo final de su venida: la conversión auténtica de nuestros corazones.
Desde Medjugorje, en particular, María nos advierte que el tiempo de sus atenciones, tarde o temprano, terminará. Lo hace confiando a los videntes innumerables mensajes, nos invita a tomar a su Hijo unigénito Jesucristo como un ejemplo y a seguir siempre sus pasos y enseñanzas.
“Queridos hijos, con amor maternal os invito a responder al gran amor de mi Hijo, con un corazón puro y abierto, con total confianza. Yo conozco la grandeza de Su amor. Lo llevé dentro de mí, Hostia en el corazón, luz y amor del mundo.
Hijos míos, que yo me dirija a vosotros también es un signo del amor y de la ternura del Padre Celestial, una gran sonrisa llena del amor de mi Hijo, una invitación a la vida eterna.
La Sangre de mi Hijo fue derramada por amor a vosotros. Esa Sangre preciosa es para vuestra salvación, para la vida eterna. El Padre Celestial ha creado al hombre para la felicidad eterna. No es posible que perezcáis vosotros que conocéis el amor de mi Hijo, vosotros que lo seguís. La vida ha vencido: ¡mi Hijo está vivo! Por eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, que la oración os muestre el camino y la manera de difundir el amor de mi Hijo, la oración en su forma más sublime. Hijos míos, cuando procuráis vivir las palabras de mi Hijo, también estáis orando. Cuando amáis a las personas con las que os encontráis, estáis difundiendo el amor de mi Hijo. El amor es lo que abre las puertas del Paraíso.
Hijos míos, desde el comienzo he orado por la Iglesia. Por eso, también os invito a vosotros, apóstoles de mi amor, a orar por la Iglesia y sus servidores, por aquellos a quienes mi Hijo ha llamado. ¡Os doy las gracias!
Si nos entristece la idea de no recibir más el mensaje de la Reina de la Paz, cada 2 de cada mes, a través de la vidente Mirjana, nos hace recordar el todas esas palabras que la Virgen misma ha dedicado a nosotros hasta ahora. El último mensaje del 2 de mayo es del año pasado, un mensaje en el que la Reina de la Paz subrayó el enorme sacrificio hecho por el Hijo Jesús, quien derramó su Sangre por nosotros.
Nos salvó, para que la muerte ya no nos tocara. Propagando este mensaje de inmenso amor a nuestros hermanos y hermanas, podremos vivir la Palabra y hacer de nuestra existencia una oración perenne a Dios. Por lo tanto, nada nos entristece: María siempre está con nosotros e, incluso en este momento de pandemia, su mirada materna nos da esperanza y serenidad, a pesar de las pruebas diarias.
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