Rohan Kemu, con la vida marcada por el sufrimiento por el abandono y la distrofia muscular, pero enamorado de la Eucaristía, murió hace unos días asistido por las monjas de la Casa Mariana de Caridad de Mumbai
Haga click aquí para abrir el carrusel fotográficoDe la ciudad india de Mumbai llega la conmovedora historia de un joven de 18 años, Rohan Kemu, con discapacidad física y mental, asistido durante quince años en la Casa Mariana de la Caridad y atendido con cariño por las monjas de la Congregación del mismo nombre, fundada por el sacerdote italiano Mario Prandi.
Rohan, que sufrió desde su nacimiento una forma severa de distonía muscular, perdió a su madre cuando tenía solo tres años.
Dejado solo con su padre alcohólico crónico, sufrió continuas palizas por parte de este último, lo que le redujo a un grave estado de abandono material, hasta que la gente del pueblo pidió a las monjas de la Casa de la Caridad que lo acogieran.
Al principio, dice Nirmala Carvalho a Asia News, debido a los terribles traumas que sufrió, permanecía cerrado ante cualquier intento de contacto, mostrando reacciones de verdadero pánico al escuchar voces masculinas que le recordaban a su brutal padre.
Poco a poco, recuerda el padre Godfrey Malu, diácono de la parroquia de Nuestra Señora del Mar en Uttan, fue creciendo en la casa, junto con otros acogidos, también discapacitados, y aprendió a disfrutar de la vida, a ser feliz, jovial, siempre sonriente. (Ibídem)
Amaba la Eucaristía
Después de asistir a catecismo con todos los demás niños -lo que le permitió conocer a Jesús y su amor hacia los hombres-, vivió el momento de la Primera Comunión con inmensa alegría.
Su amor por la Eucaristía, continúa el diácono, era tan fuerte que si no le traían la comunión, se molestaba y lloraba. Le encantaba seguir la misa en latín en la televisión, pero sobre todo le encantaba participar en la misa en maharati y participar de manera integral: cuerpo, mente y alma (Asianews.it).
Devoto de san Pío y de san Juan Pablo II
Debajo de la almohada guardaba las imágenes del Padre Pío y de Juan Pablo II, sus santos favoritos, a quienes pedía que intercedieran por él para que se sintiera aliviado de sus sufrimientos corporales.
Su sonrisa era tan contagiosa que algunos de los médicos que lo siguieron decidieron asumir el tratamiento médico y la cirugía que tuvo que enfrentar debido a la enfermedad.
La hermana Julie Pereira, la superiora de la casa, agrega que Rohan
(…) durante 15 años ha sido un regalo para nosotros, desde que tenía tres años hasta los 18 años. Nos dio la alegría y la gracia de tocar el Cuerpo de Jesús (Ibidem).
Durante su agonía nos enseñó a orar
En sus últimos 20 días, el joven tuvo fiebre continua, tanto que la hermana Pereira lo sostuvo en sus brazos como si fuera un niño día y noche, sin dejarlo ni acostarlo.
Me sentaba en una silla, con él en mis brazos, y rezaba la coronilla a la Divina Misericordia. En esos momentos sentía la presencia de Dios, de Jesús que me decía: Este soy yo; es mi cuerpo lo que estás sosteniendo; haz esto en memoria mía; todo lo que le hiciste, lo hiciste por Jesús. Rohan nos enseñó a vivir a pesar de los muchos sufrimientos y de ofrecer nuestro dolor a Cristo. Nos enseñó a contemplar a Dios y a rezarle. Cuanto más sufría, más sincera era su oración. Incluso durante su agonía nos enseñó a orar. (Asianews.it)
Si le mirabas, tu corazón se llenaba de compasión
Rohan murió el 4 de junio en Uttan, asistido hasta el final por las monjas de la Casa Mariana de la Caridad que después de su muerte, afirmaron haber sentido «un olor a santidad». El padre Godfrey, que lo siguió durante ocho años, concluye:
Rohan fue elegido por Dios antes de nacer, para ser un ejemplo de paciencia, resistencia, misericordia y amor de Dios. Si lo mirabas, tu corazón se llenaba de compasión, pero al ver su entusiasmo, a pesar de sus limitaciones. físico, te sentías avergonzado (Ibídem).
Fuente -> es.aleteia.org
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