PREPARACION
(Se reza cada día de la novena)
Los Santos del Apocalipsis cantan fervorosamente: “Con tu Sangre has comprado para Dios gentes de toda tribu, lengua, pueblo y nación; has hecho de ellos una dinastía sacerdotal, que sirve a Dios y reina sobre la tierra” Ap. 5:9.
Nosotros ahora nos unimos a este clamor celestial, y en la comunión del Espíritu con todos los santos de la tierra, y venerando esa Sangre divina que nos rescato
del poder de las tinieblas y nos traslado al reino de la luz, rendimos culto reverente a Dios, como pueblo sacerdotal que somos. Col. 1: 13 y 20.
Cristo Jesús, Cordero de Dios, que nos has salvado con tu sangre, ¡te alabamos!,¡te bendecimos!, ¡te adoramos!,¡te damos gracias rendidas!, Y te pedimos la salvación de todos los que nos hemos lavado en tu Sangre Sagrada. Amen.
Día tercero
Aceptar el perdón de nuestros pecados.
1 Juan 1,7: “Pero si vivimos en la luz, asi como Dios está en la luz, entonces hay unión entre nosotros, y la Sangre de Su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado”.
Rocío cuenta que su vida era amargada por que se consideraba sucia, creía que Dios le juzgaba y no se acercaba al Sacramento de la Reconciliación porque se consideraba indigna, pero un día que leyó este versículo de la Biblia y comprendió el gran amor de dios y el poder que tiene la Sangre de Jesús para sentirse perdonada y merecedora de las bendiciones de Dios. Después de llevar 25 años sin confesarse, encontró descanso en su interior y fue liberada de muchas ataduras que impedían su progreso. (continuar con los gozos).
Padrenuestro
¡OH, Iglesia Santa y Católica, todo mi amor para ti! Tu sabes que solo anhelo en tu regazo sobrevivir.
Oración. Señor Jesucristo, hazme vivir en tu Iglesia, Esposa tuya que adquiriste con tu Sangre. Que por ella trabaje, en ella viva y en ella sobreviva. Tu, que vives y reinas por los siglos de los siglos Amen.
ORACION
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del Costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡OH buen Jesús, óyeme! Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de ti. Del enemigo malo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amen, Aleluya, Amen.
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