Jelena Vasilj es una mujer tocada por las apariciones de la Reina de la Paz de Medjugorje, pero no exactamente como las videntes. De hecho, a diferencia de ellos, Jelena no ve a la Virgen externamente, sino internamente a sí misma. Jelena tiene algunas locuciones, una especie de estado de éxtasis en que siente, dentro de sí misma, el mensaje divino.
Jelena: oración a Dios Padre
La primera vez que Jelena tuvo locuciones interiores fue el 15 de diciembre de 1982. Estaba en la escuela y, cuando le preguntó a una compañera de clase qué hora era, escuchó una voz en su corazón que decía: “son las diez y veinte”.
A lo largo de los años, Jelena también recibió oraciones de la Reina de la Paz, para ser entregadas a nosotros fieles. Aquí está su súplica a Dios:
Oh Dios, nuestros corazones están en profunda oscuridad,
a pesar de estar unidos a tu corazón.
Nuestros corazones están entre Ti y Satanás;
¡No permitas que sea así!
Cada vez que nuestros corazones se dividan entre el bien y el mal;
permite que se iluminen con Tu luz y se unan.
Nunca permitas
que puedan existir en nosotros dos amores,
que nunca coexistan dos creencias
y que nunca cohabiten entre nosotros
la mentira y la sinceridad,
el amor y el odio,
la honestidad y la deshonestidad,
la humildad y el orgullo.
Al contrario ayúdanos
a que nuestros corazones se eleven
hacia Ti,
como los de los niños.
Haz que nuestros corazones sean reconstruidos e invadidos
por la paz y que siempre continúen teniendo
esas ansias de paz.
Haz que Tu santa voluntad y tu amor
habiten en nosotros, y que, al menos algunas veces,
deseemos verdaderamente ser Tus hijos; y cuando
¡Oh señor! no deseemos ser hijos tuyos, recuerda nuestros
deseos pasados y ayúdanos a recibirte de nuevo.
Te abrimos nuestros corazones
para que Tu santo amor permanezca
entre nosotros.
Te abrimos nuestras almas
para que sean tocadas
por Tu santa misericordia
que nos ayudará a ver claramente
todos nuestros pecados.
y nos hará comprender
que lo que nos hace impuros
es el pecado.
Oh Dios, deseamos ser Tus hijos,
tan humildes y tan devotos,
hasta el punto de llegar a ser hijos
apreciados y sinceros
como sólo el Padre puede
desear que seamos.
Ayúdanos Jesús, hermano nuestro,
a obtener la bondad de nuestro
Padre hacia nosotros
para ser buenos con El.
Ayúdanos Jesús,
a comprender bien lo que Dios nos otorga,
aunque a veces renunciamos a hacer el bien,
porque lo confundimos con el mal.
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