Jesús de la Misericordia, Padre
Dios de la eternidad, tu que expresaste
tu amor tan infinito, a esta humanidad.
Decidiste dar ese amor tan grande,
tan bondadoso e infalible,
para que nosotros tuviésemos,
misericordia y perdón de pecados.
Amaste a esta humanidad desde el
principio, recibes con olor grato nuestra
obediencia, los cielos se regocijan.
Cuando tus hijos te adoran,
para entonces dar alabanzas a tu nombre.
Señor Jesús quiero pedirte,
sanidad, que pongas tu mano sanadora,
en cada persona que este padeciendo,
sea cual sea la enfermedad.
Acudimos a ti porque sabemos de tu
poder, sabemos que por tus llagas somos
sanados, que en la cruz obtuvimos
sanidad, siendo nosotros indignos.
Eres admirable, tu poder no tiene
comparación, así como sanaste al ciego,
cuando por la fe fue sanada,
aquella mujer del flujo de sangre.
Trajiste sanidad a tu pueblo,
así mismo quiero que en este tiempo,
hagas estas mismas señales, que el
mundo vea que eres Dios de poder.
Danos hoy Señor la dicha,
de poder acercarnos más a ti,
que podamos ser dirigidos,
y muéstranos el camino.
Ese camino de amor y paz,
que nos guía a ti.
No nos dejes caer en la duda,
regálanos cada día más,
la seguridad que necesitamos,
para que nuestra fe sea mayor.
Nuestras oraciones,
en todo momento, están hechas
con humildad, pidiendo nos acobijes bajo
tus alas, así mismo seamos protegidos.
Eres Dios de lo imposible, no
importa cuál sea la enfermedad, lo difícil
o imposible que se vea, con tu poder
sanas cualquiera que sea.
Venciste al diablo, así como lo
dijiste aquel día, que, al tercer
día resucitarías, así mismo fue,
tal como lo dice tu palabra.
Señor pasa tu mano sanadora, por cada
parte del cuerpo, asimismo por cada
órgano afectado, quita todas las
dolencias, imparte sanidad Señor.
No dará el pie al resbaladero,
asimismo, ni se dormirá el que te guarda,
porque es el quien guarda nuestra salida,
así mismo como nuestra entrada.
Su gracia esta sobre nosotros,
igualmente cada día, en cada instante,
en cada momento, lista para actuar,
Y regalar sanidad, salud y paz.
Gracias te damos Señor, de tal manera
por regalarnos en estos momentos,
tan crueles y duros esa dicha,
de ser escuchados.
Igualmente de ser tomados en cuenta,
en la hora de angustia.
Somos elegidos y llamados tus hijos,
tenemos el privilegio más grande,
asimismo que has dado sin importar,
lo imperfecto que somos, así nos amaste.
Amén.
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