El Arzobispo de Piura y Tumbes en el norte del Perú, Mons. José Antonio Eguren Anselmi, aseguró que Dios no es la causa de la pandemia del COVID-19, en la homilía de la Misa de exequias que presidió por el alma del sacerdote Dergi Facundo Facundo, fallecido a causa del coronavirus el viernes 16 de abril.
En la Misa que presidió este sábado y en la que estuvo acompañado de los familiares del P. Dergi y de sacerdotes de la Arquidiócesis de Piura, respetando los protocolos de bioseguridad, Mons. Eguren resaltó que “Dios es Amor. Él no puede ser nunca la causa del mal, por tanto, no lo es de esta pandemia, ni de esta muerte”.
“Estamos seguros de que Él nos acompaña en estos momentos dolorosos y guía nuestros pasos, para que del mal y de sus consecuencias, brote una abundancia de bien para nosotros y nuestra Iglesia particular”, indicó el Prelado peruano.
El Arzobispo también dio gracias a Dios por el P. Dergi, “por el don de su vida y ministerio sacerdotal, y rogamos con fe y esperanza, para que Dios, rico en misericordia, lo tenga muy cerca de sí en el gozo de su Reino eterno”.
“Nuestra oración esta mañana es también por su familia para que en estos momentos de dolor reciban del Señor el consuelo y la paz”, añadió.
Mons. Eguren recordó que “Dergi tenía un carácter abierto y franco, solía decir las cosas de manera directa, una cualidad que no es muy común entre nosotros pero que es muy necesaria”.
“De otro lado era una persona muy servicial. Nunca decía no a nada de lo que se le pedía. Siempre entusiasta, se caracterizaba por su espíritu alegre, optimista y lleno de confianza en el Señor”.
El Arzobispo resaltó asimismo que “a lo largo de este duro año de pandemia, su caridad sacerdotal lo impulsó a trabajar infatigablemente por sus hermanos enfermos y contagiados de coronavirus. Ahí están como testimonio sus esfuerzos para que a nadie le faltara oxígeno en Querecotillo y Lancones”.
“A la hora que fuera necesario, salía en su camioneta a repartir esta vital e indispensable medicina, para combatir esta cruel pandemia”.
El sacerdote participó en la campaña “Sullana Respira” con la que se ha podido entregar balones de oxígeno medicinal a varios hospitales y a enfermos que permanecen en sus casas.
También solía visitar los hospitales para acompañar a las personas llevando la Unción de Enfermos, la Confesión y la bendición con el Santísimo Sacramento.
En su homilía, el Arzobispo destacó que “la muerte nos acerca a la Vida con mayúscula. Es la puerta que debe ser franqueada para entrar en la Gloria. Ella nos conduce a la reunión definitiva con Dios nuestro Padre, con Jesucristo Nuestro Señor, con María Santísima, con San José, con los ángeles y los santos”.
El Prelado peruano dijo además que “un sacerdote es una vasija hecha de un de un barro muy débil. Ninguno de nosotros puede tenerse por seguro. El virus no hace acepción de personas, ataca por igual, sin distinción alguna, y lo hace de manera sorpresiva y artera”.
“Pero San Pablo nos recuerda que nuestra condición de vasijas de barro es también oportunidad para que se vea el tesoro que llevamos. Y, ¿cuál es este tesoro? Que la fuerza de nuestra vida está en Dios. Que nuestra esperanza radica en Él”.
Para concluir, Mons. Eguren alentó a rezar por el alma del fallecido sacerdote, pidiéndole “al Padre que le dé el descanso eterno, y que brille para él la luz perpetua. Querido Dergi: ¡Descansa en paz para siempre!”.
Puede leer la homilía completa del Arzobispo de Piura y Tumbes AQUÍ.
Fuente: AciPrensa