Sacerdote alerta del peligro del amuleto “ojo de venado”

El P. Eduardo Hayen Cuarón, director del semanario Presencia de la Diócesis de Ciudad Juárez (México), alertó sobre el peligro del popular amuleto conocido como “ojo de venado”.

El “ojo de venado” es un amuleto que usan algunas personas en México y otros lugares como protección ante el llamado “mal de ojo”, sin saber los peligros que acarrea portarlo o ponerlo en los niños.

En una publicación en su cuenta de Twitter el 3 de agosto, el sacerdote explicó que el “ojo de venado” es “un amuleto y las personas que los utilizan son brujos. Utilizarlos para la buena suerte, la ‘buena vibra’ o para buscar protección es una práctica esotérica y por lo tanto maligna, obra de Satanás, contraria al primer mandamiento de la fe católica”.

El primer y más importante de los mandamientos de la ley de Dios es “Amarás a Dios sobre todas las cosas”.

El Catecismo de la Iglesia Católica explica en el numeral 2117 que “todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo –aunque sea para procurar la salud– son gravemente contrarias a la virtud de la religión”.

“Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible”, resalta el Catecismo.

En su cuenta de Twitter, el P. Hayen indicó que para destruir los amuletos como el ojo de venado, “no se deben tirar simplemente a la basura”.

“La destrucción debe pasar por un conjuro que hace el sacerdote para quitarles el poder maléfico, y después deben destruirse por el fuego o hacerlos pedazos”, precisó.

La superstición

El numeral 2110 del Catecismo de la Iglesia Católica explica que el primer mandamiento de la ley de Dios “prohíbe honrar a dioses distintos del Único Señor que se ha revelado a su pueblo” y rechaza la superstición.

“La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias”.

“Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición”, resalta también el Catecismo.

El Catecismo explica asimismo, en el numeral 2115, que la actitud cristiana ante el porvenir debe ser la de “entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y abandonar toda curiosidad malsana al respecto”.

“Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir”, refiere el numeral 2116.

“La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘mediums’ encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios”, destaca el texto.

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