Un cuento increíble del Santuario de Lourdes
El milagro fue reconocido el 8 de septiembre de 1912 por el obispo de Cahors
A los treinta, Marie ya se siente consumida por la vida. Se fue a casar con un agricultor, como tantas otras mujeres jóvenes en aquella época, su salud se vio comprometida por tres embarazos cercanos, seguidos de partos difíciles. También sufre de una enfermedad digestiva que le impide comer con normalidad. Para ella, cada día es una nueva lucha. Durante más de un año, los tratamientos prescritos siguen siendo ineficaces. Estaba en un estado lamentable e hizo el primer voto de ir a Lourdes en el verano de 1911.
El viaje que emprende el 24 de septiembre, con su marido, se parece más a una aventura que a una peregrinación: llega a Lourdes en tal estado de debilidad que, durante un día y medio, no se considera prudente acompañarla hasta el Gruta o incluso a las piscinas.
En la tarde del 26 se decidió dejarla participar en la Bendición del Santísimo Sacramento. Al recibirlo, Marie se siente abrumada por un repentino bienestar, habla y se levanta.
Llevada de vuelta al hospital pide comida, ella que no había comido desde dos años alimentos sólidos. Unos días después, regresa felizmente a su hogar, donde puede reanudar de inmediato una vida normal.
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