Fátima: el “Tercer Secreto” y la profecía sobre el atentado contra el Papa Wojtyla.
La tercera parte del mensaje recibido fue puesta por escrito por Sor Lucía a partir del 31 de agosto de 1941.
El 3 de enero de 1944, el documento fue enviado al Vaticano. Leído por todos los pontífices sucesivos y por pocos colaboradores cercanos en la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Todo el mensaje de la Virgen ha sido durante mucho tiempo objeto de conjeturas y exégesis por parte de teólogos y eruditos, católicos y no católicos. Pero la tercera parte, mantenida en secreto por la Iglesia, fue la que indujo a creer en catástrofes, que habrían trastornado la vida de la Iglesia misma, por lo que los papas prefirieron no revelarla, volviendo después de leer el sobre cerrado a la dicha Congregación, donde ha sido custodiada desde 1957.
Una visión profética
A continuación el texto original
El tercer mensaje es una visión profética, del género apocalíptico, escrito con una serie de signos que hacen que el mensaje permanezca en el tiempo.
Así escribe sor Lucía: “Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz que es Dios: «algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él» a un Obispo vestido de Blanco «hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre».
También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de encina; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones.
Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios”.
EL TERCER SECRETO DE FÁTIMA COMPLETO
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