Padre mío, dueño de la vida eterna:
Pensando en mis padres ya ancianos, con mucho amor y un poco de preocupación por ellos, me dirijo a ti, como siempre lo hago todas las veces que puedo y la voluntad no me abandona. Todos los días, a cualquier hora que sea, vengo a ti a dialogar sobre mis preocupaciones, deseos y necesidades. Hoy quiero hablar contigo por mis padres; pedirte por ellos:
A veces sé que parezco ser ingrato cuando no estoy tan pendiente de ellos por estar encaprichado en mis asuntos personales, pero también eres conocedor del amor profundo que guardo por ellos, ya que gracias a su intervención (con tu ayuda desde luego) yo me encuentro en este plano cumpliendo con mis propios objetivos que tú me pides. Aun así, mis oraciones van por ellos.
He de pedirte para que, aunque sea con fuerzas prestadas, les permitas seguir conservándose sanos y salvos. Somos seres frágiles que podemos caer fácilmente en cualquier mal físico o mental, pero ellos mucho más aún, pues los años que ya se les han venido encima, no han pasado en vano… y el tiempo mismo les está empezando a cobrar factura.
He de pedirte por el bienestar de ambos, para que mediante su felicidad y tranquilidad yo también pueda ganar la mía y así poder seguir adelante con mi misión, con los objetivos a corto, mediano y largo plazo.
Por último, he de pedirte para que les hagas notar siempre que, así como ellos con su ejemplo trataron de entregar lo mejor de ellos para mí, cuando llegue el momento, también me permitas a mí entregarle lo mejor a mis propios hijos y así ser ejemplo viviente del buen ejemplo que mis padres me dieron. Todo se haga de acuerdo a tu voluntad mi Señor…
Amén.
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