V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre…
R. Como era en el principio…
Oración inicial
Te pedimos, Dios Padre todopoderoso, por intercesión de tu amigo san Antonio, que derrames sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que, como él, podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
De la vida de San Antonio
El 24 de septiembre de 1222, acudieron a Forlí multitud de frailes, entre ellos Antonio, con motivo de la administración de órdenes sagradas. Era costumbre que antes de tal celebración se dirigiera una exhortación a los ordenandos. Pero resultó que ninguno de los presentes, ni siquiera los dominicos, se encontraba dispuesto para ello.
En tal situación el superior franciscano ordenó a Antonio que dijera dos palabras de edificación, y el santo, sin pretenderlo, puso de manifiesto su gran cultura bíblico-teológica, así como su profunda espiritualidad, para asombro y alegría de los asistentes. Se enteró de lo sucedido el Provincial, que de inmediato confirió a Antonio el oficio de la predicación.
A partir de octubre de 1222, Antonio se consagró a la predicación, recorriendo pueblos y ciudades, dirigiendo la palabra a sus propios hermanos de hábito, a grupos de estudiantes, a confraternidades, a entidades canonicales o monásticas, e incluso a la curia pontificia. A su predicación moral y penitencial, asoció la acción pacificadora, la enseñanza de la S. Escritura a sus hermanos, el enfrentamiento con los herejes, etc.
De los sermones de San Antonio
Refúgiate en la Virgen María, oh pecador, porque es ella la ciudad de refugio. En efecto, como se dice en el libro de los Números, en otro tiempo el Señor mandó: Elegiréis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida que hubiere muerto a alguno sin querer. Así ahora la misericordia del Señor ha puesto como refugio de misericordia el nombre de María hasta para los homicidas voluntarios.
Torre fortísima es el nombre de la Señora. En ella se refugiará el pecador y se salvará. Nombre dulce, nombre que conforta al pecador, nombre de dichosa esperanza. Señora, tu nombre está en el deseo de mi alma. El nombre de la Virgen era María, dice san Lucas. Es tu nombre perfume que se difunde. El nombre de María es júbilo en el corazón, miel en la boca, melodía en el oído. Noblemente, pues, en alabanza de la Virgen Santísima se dice: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que mamaste.
Por eso, te pedimos, Señora nuestra, esperanza nuestra, que Tú, Estrella del mar, irradies luz a nosotros, sacudidos por la tempestad de este mar, nos encamines al puerto, y protejas nuestra muerte con la tutela de tu presencia, a fin de que merezcamos salir seguros de la cárcel y lleguemos alegres al gozo interminable. Ayúdenos Aquel a quien llevaste en tu vientre bendito y amamantaste en tus pechos sacratísimos. A Él sea dada honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: El Señor puso a Antonio como lumbrera y lo exaltó en medio de su pueblo. La lengua del justo es plata probada. Sus labios apacientan a muchos.
De los milagros de San Antonio
Un hombre de Porcilia (barriada de Padua), Escoto por nombre, que tenía los pies empodrecidos y tumefactos a causa de una podagra nudosa, acudió, llevado por un hombre a sus espaldas, al convento de los frailes. Tras confesarse y recibir la penitencia, sin pérdida de tiempo se hizo llevar, devoto, ante el arca de san Antonio. Habiendo permanecido allí brevemente, al momento retornó ya sano tan velozmente al fraile confesor, que éste, en extremo admirado por la brevedad del tiempo transcurrido, hizo que el que había curado se paseara por el claustro. Finalmente, ante los ojos de todos, el que llegó transportado a las espaldas, se fue por su propio pie, dando gracias a Dios y al bienaventurado Antonio.
Plegaria
Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: (Hace tus peticiones)
Oración final
Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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