El Sábado Santo predomina el silencio, el recogimiento, la meditación, por Jesús que yace en el sepulcro; luego vendrá la alegría de la tarde con la Vigilia Pascual y con la Resurrección de Cristo, Hijo de Dios.
El Sábado Santo, en el “Triduo Pascual”, es el día donde predomina el silencio, el recogimiento, la meditación, por Jesús que yace en el sepulcro.
Luego vendrá la alegría del Domingo de Pascua con su Resurrección, pero el sábado se cierne el silencio de la muerte.
¿Cuánto tiempo estuvo Jesús enterrado en la tumba? Había tres días no completos, desde la tarde del viernes hasta el amanecer del día siguiente a la fiesta del sábado judío, que es el domingo de Pascua, pero que para los judíos era el primer día de la semana. En total duró unas 40 horas.
La liturgia del sábado se caracteriza por la “Vigilia Pascual”: aunque comienza en la última hora del sábado, en realidad pertenece a la liturgia solemne de la Pascua.
Durante la “Vigilia” se bendice el fuego, el ‘cirio pascual’, el agua bautismal.
Tratando de hacer coincidir el canto de ‘Gloria’ con el sonido de las campanas en celebración, alrededor de la medianoche. En otras áreas, la “Vigilia” comienza alrededor de la medianoche y luego la liturgia eucarística continúa hasta las primeras horas de la noche.
¡Esperamos a Cristo Resucitado con esperanza en nuestros corazones!
Mi Señor resucitado, al comenzar este día quiero darte gracias por tu gran misterio de amor y te suplico que me regales un poco de la fuerza de tu Espíritu y Iléname de la alegría de tu presencia. Quiero vivir alegre celebrando el día de tu triunfo glorioso sobre las tinieblas. El día en que destruiste la muerte, fueron rotas todas las ataduras y la luz emergió victoriosa entre las penumbras.
Oh mi Señor, Dame la valentía y la fuerza necesaria para aceptar tu voluntad y poder ser así un verdadero testigo de tu amor y de tu resurrección, comunicando al mundo que la oscuridad y la muerte han sido vencidas en Ti. Aquellas lágrimas derramadas a los pies de tu cruz, hoy se convierten en gozo. Tu historia de salvación se hizo eterna.
Nos has abierto las puertas del Cielo con esta perfecta obra de amor de la que me hiciste parte. Puedo decir con entera satisfacción que no he amado a una persona muerta, sino que sigo amando a un corazón vivo y que sigue derramando su misericordia y perdón a todos los que quieran volver sus rostros a Ti.
Oh Señor, no permitas que la llama de la fe y el poder de tu cruz se disminuya en mí y termine apagándose, por el contrario, ayúdame a mantenerla viva con la esperanza puesta en tu amor.
Tú eres mi refugio y consuelo, por eso, sabiéndote vivo y presente, recurro al poder reconciliador de tu amistad para que repongas mis fuerzas. Ayuda ahora a mi corazón a que salga de la oscuridad de sus vicios y resucite a una nueva vida haciéndote mi Señor, mi Rey y mi Salvador. Amén.
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