Hoy, tráeme a las almas tibias y sumergelas en el abismo de mi Misericordia. Estas almas son las que mas dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de las almas tibias, mi alma experimentó la mas intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mi este cáliz, si es tu voluntad. Para ellas, la ultima tabla de salvación consiste en recurrir a mi misericordia. Jesús Misericordiosísimo, que eres la compasión misma, te traigo a las almas tibias a la morada de tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor puro. Oh, Jesús compasivísimo, ejercita la omnipotencia de tu misericordia y atráelas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo, porque Tu lo puedes todo. Padre Eterno, mira con misericordia a las almas tibias que, sin embargo, están encerradas en el piadosísimo Corazón de Jesús. Padre de la Misericordia, te suplico por la amarga pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu Misericordia. Amén.
Coronilla a la Divina Misericordia
Empezar con un padrenuestro, un avemaría y el credo.
Al comenzar cada decena, en las cuentas grandes del padrenuestro, decir (una vez):
“Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.”
En las cuentas pequeñas del Ave María, decir (diez veces):
“Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.”
Al acabar las cinco decenas de la Coronilla de la Divina Misericordia, se repite tres veces:
“Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.”
Oración final:
“Oh Sangre y agua que brotaste del Corazón de Jesús como una fuente de misericordia para nosotros, en Ti confío.”