Cuando se comenzó a propagar la devoción de la Divina Misericordia, se pintaron tres imágenes significativas, la primera se hizo bajo las indicaciones de santa Faustina, por la mano de Eugenio Kazimirowski.
La segunda fue hecha por Estanislao Botowski por encargo de la Congregación de la Hermana de la Madre de Dios de la Misericordia. Durante la insurrección de Varsovia, la capilla y la imagen fueron consumidas por el fuego.
El pintor Adolfo Hyla, se encargaría de pintar la tercera imagen, lo hizo como un voto por haberse salvado en la guerra, el pintor terminó el cuadro en 1943 y fue bendecido por el P. Andrasz, confesor de Faustina.
La revelación
En su diario, santa Faustina cuenta: “Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido”.
“Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: ‘Jesús, en ti confío’. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [luego] en el mundo entero”.
Jesús le señaló: “Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como mi gloria”.
Durante una oración Cristo le dijo a santa Faustina: “Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas”.
“Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi misericordia cuando mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios”.
Santa Faustina le platicaba todo esto a su confesor, el P. Miguel Sopocko, quien escogió al pinto Eugenio Kazimirowski para que realizara la imagen según las indicaciones de la santa.
En su diario, santa Faustina escribió: “Una vez, cuando estaba en [el taller] de aquel pintor que pintaba esa imagen, vi que no era tan bella como es Jesús. Me afligí mucho por eso, sin embargo lo oculté profundamente en mi corazón”.
“Fui a la capilla y lloré muchísimo. ¿Quién te pintará tan bello como Tú eres? Como respuesta oí estas palabras: ‘No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en Mi gracia’”.
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