Oración después de la muerte de un hijo
“Mi vida está de cabeza, amado Dios. El orden del mundo está fuera de lugar y no puedo hacer nada para que vuelva a ser como era. Oh, Señor, tú sabes el dolor en mi corazón en todo momento, y sabes el por qué: mi hijo ha muerto. ¿Cómo puede ser posible que mi hijo amado se haya ido?
El niño al que cuidaba con tal preocupación en cualquier enfermedad, al que sostuve cerca a mi corazón y prometí cuidar toda la vida, no está aquí para cuidarlo. Me duele profundamente el no haber sido capaz de proteger a este niño que amo con todo mi ser de una muerte que parece tan injusta”. “Déjame sentir calma. Déjame respirar profundamente. Quédate conmigo en este dolor profundo y transformador. Yo ahora llevo esta oscuridad conmigo en mi espalda y en mi corazón, siempre.
Es mi carga y mi compañero”. “Señor, no hay ni un solo minuto de mi vida en que esta pérdida no esté grabada tan profundamente en mi cerebro y en el corazón, ya sea en medio de un día de trabajo o en esos asfixiantes momentos de dolor en la solitaria oscuridad de la noche. Déjame ser agradecido por cada minuto que pasamos juntos. Déjame atesorar esos recuerdos y encontrar alegría en ellos.
Ayúdame a lidiar mejor con la gente. Ellos no saben qué decir. Tropiezan y miran hacia otro lado cuando me ven. Fingen que no ha pasado nada. Sé que ellos “no quieren hacerme recordar”, pero no entienden que está siempre conmigo, siempre. “Enséñame, Señor. Dime qué es lo que quieres que haga con esto. ¿Qué se supone que debo aprender de este tipo de dolor? ¿Qué me estás llamando a hacer? “Abre mi corazón maltratado y guíame al consuelo y la paz. Sólo tú puedes darme la paz que necesito. Déjame sentir tu presencia en mi vida”.
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