Una neumonía, la rotura de un hueso, un cáncer, migraña, alzheimer o un simple resfriado: nos hacen sufrir, no sólo al que lo padece sino a toda la familia.
En la enfermedad, cuando percibimos cuán frágiles somos, surge espontáneamente la empatía con los que sufren. Nos sentimos más fácilmente solidarios con otras personas que sufren y necesitados de Dios.
En esos momentos hace esta oración:
Señor, Tú nos bendices
con el don de la familia.
Te damos gracias por el amor,
la fuerza y el consuelo
que las familias dan al enfermo.
Vuelve hacia ellas tu mirada
y protégelas cada día.
Haz que este momento doloroso
sirva para unirlas,
para que sus miembros
se preocupen más unos de otros
y sean capaces de manifestar
más abiertamente su amor mutuo
y su fe en Ti.
Señor, acompáñalas en su camino
y bendícelas con tu gracia
para que sientan tu cercanía y tu ayuda
mientras cuidan a sus enfermos,
y sufren y gozan con ellos.
Amén.
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