Hoy, 14 de octubre, es el día de la Devoción de las Tres Avemarías. Oremos juntos

Ganarse que la Reina del Cielo Madre de Dios nos visite a la hora de nuestra muerte con el rezo de tres avemarías 

Virgen Buen Consejo
virgen Buen Consejo

¿Quieres salvarte? Sed devotos de la Santísima Virgen, Medianera de todas las gracias, rezando todos los días Tres Avemarías.

Santa Matilde de Hackeborn, monja benedictina fallecida en 1298, pensando con temor en el momento de su muerte, rogó a Nuestra Señora que la asistiera en ese momento extremo. La respuesta de la Madre de Dios fue de lo más consoladora: “Sí, haré lo que me pides, hija mía, pero te pido que reces todos los días Tres Avemarías: la primera para agradecer al Padre Eterno por hacerme omnipotente en el Cielo y en la tierra; la segunda para honrar al Hijo de Dios por haberme dado tal conocimiento y sabiduría como que superar la de todos los Santos y todos los Ángeles; el tercero para honrar al Espíritu Santo por haberme hecho, después de Dios, el más misericordiosa”.

Tres Avemarías al día para obtener el Paraíso

La Virgen prometió a Santa Matilde y a otros Santos que quien rezara cada día tres Avemarías, tendrías su auxilio durante la vida y se especial asistencia en la hora de la muerte, presentándose a esa personas en su hora final con el brillo de una belleza tal que el solo verla lo consolaría y la comunicaría las alegrías del Cielo.

Todos los días rezar así:

En agradecimiento al Padre Eterno para le haber concedido a la Virgen María una gran participación a la divina potencia y presencia divina.

Ave María…

En agradecimiento al Verbo Eterno para le haber concedido a la Virgen María una gran participación a la divina luz y sabiduría.

Ave María…

En agradecimiento al Eterno Espíritu al para le haber concedido a la Virgen María una gran participación a la divina bondad y ternura.

Ave María…

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos Amen.
La siguiente Jaculatoria fue indulgenciada por San Pío X, y la recomendó rezar junto con esta devoción: ¡Oh María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi cuerpo y santifica mi alma!

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