“Gracias a todos, saludo a esta señora con las flores amarillas, es muy amable”. Estas fueron las primeras palabras públicas que salieron de la voz del papa Francisco después de 38 interminables días de hospitalización, justo cuando las cámaras enfocaron a la mujer con su ramo en la mano
La viva voz del Pontífice, contra todo pronóstico
Incluso después del levantamiento del pronóstico reservado, la preocupación por la salud del Santo Padre seguía siendo muy fuerte. Hubo mejoras progresivas día tras día, hasta que, en la jornada de ayer, llegaron las palabras del cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe: el Pontífice no renunciará a la sede de Pedro, su salud progresa, pero “tendrá que aprender a hablar de nuevo”.
Esta afirmación llegó en la víspera del anuncio del alta del Papa del Policlínico Gemelli. Un alta precedida por su saludo a los fieles desde el balcón de su habitación en el hospital. Francisco, como se esperaba, se asomó y dio su bendición, mostrando el pulgar en alto y logrando, más allá de las mejores previsiones, pronunciar algunas palabras.
Un Pontífice más afectado que nunca, casi irreconocible, ahora permanentemente en su silla de ruedas, pero más decidido que nunca a guiar a la Iglesia hasta el final. Muchos fieles se reunieron en el patio frente al Policlínico Gemelli, y Bergoglio se sintió visiblemente aliviado al recibir tanto cariño, aplausos y gritos de júbilo.
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